Bares y casas de comida
Finales del siglo XIX y siglo XX
Campo, era un pueblo dinámico, con muchos comercios donde donde acudían a comprar nuestros paisanos de las localidades vecinas, mientras aprovechaban para realizar gestiones de todo tipo, entre las que no eran las menos importantes las de visitar a familiares y amigos y confraternizar un poco.
Con motivo de la construcción de la carretera, las obras de la central hidroeléctrica, etc., también se convirtió en un lugar donde acudía mucha mano que venía de lejos, y que necesitaba encontrar alojamiento y distracción. Así es que, proliferaron las familias dispuestas a atender esta demanda y aprovecharon la ocasión para sacar adelante sus economías, ya fuera alquilando habitaciones o dando comidas.
Llama la atención la enumeración de establecimientos abiertos al público que nos ofreció Antonio Castel en su libro sobre Campo. Encontramos:
Tabernas: Barbero (Sr. Juan), Emilia, Mariana, Pepeta Sermo, Pequeño, Sahún, Torrau.
Cafés: Botiguero, Dorita Brunet, López, Lestanco, Mascaray. Claro que, como se puede observar en este caso, los titulares mencionados no es que trabajaran al mismo tiempo, pues, p. e. el café de L'Estanco se le alquiló a Dorita Brunet cuando su padre, Juan de casa Barbero, ya había cerrado el suyo.
El café López, a principios del siglo XX (cerró definitivamente unos años antes de la guerra), fue además de café un centro cultural y recreativo, cumpliendo la función de casino que había dejado vacante el Casino Ricarte.
Casino Ricarte: estuvo en actividad durante el siglo XIX y, cuando cerró, toda la familia propietaria acabó emigrando a Francia. Además de un elegante centro donde se encontraba la élite del pueblo (cirujano, boticario, etc.) tenían hospedería que acogía a políticos, ricos ganaderos y comerciantes que se encontraban de paso por Campo.
Casas de comidas: Casa Pepeta Catalina, Casa del Pequeño, Casa del Torrau.
Fondas: Casa de Pepeta Catalina, Casa de Aventín.
Mesones: Andrés, Elías, Sermo, Víctor y Josefa.
Salón de baile "Casa Mascaray". Se abrió al público alrededor de 1930. En la planta baja estaba el café, y en la alta había un salón de baile, con bancos alrededor y una zona más alta como un palco o gallinero. Allí en el piso superior había otro salón destinado a cafetería. Este local era frecuentado por todo el pueblo y era donde se celebraban los bailes y actos culturales y recreativos.
Cine Cumbre: donde además de las proyecciones se celebraban a partir de los años 50 los bailes de los días de fiesta. Para ello se desplazaban todas las butacas que ocupaban el centro de la sala, y se ponían alrededor, para disponer de una amplia pista de baile.
Por amateurs que fueran las personas que se dedicaban a este sector servicios, no por eso podían escabullirse de pagar impuestos. Si miramos bien el bar (¿?) de Juan Brunet, mi abuelo, que se ve en la foto que está sobre estas líneas, nos parece un poco exagerado que tuviera que pagar el 20% de sus ventas en concepto de impuesto de Consumos de Lujo...
En la declaración mostrada a la izquierda, de fecha 25 de junio de 1943, Juan Brunet dice que ha vendido 36 botellas de anís; 38 botellas de ron y coñac, más 32 litros de lo mismo pero a granel; 12 sidras; vermut 600 litros; cervezas 144, etc. En total estima haber vendido por un importe de 6.972 pesetas.
El inspector de Hacienda hizo constar que Juan Brunet no había presentado ninguna factura ni llevaba libreta para el alcohol, etc. Para intentar solucionar las cosas, Juan Brunet tuvo que contratar a un gestor en Huesca, que el 23 de Septiembre de ese año 1943, ya le pasó la primera minuta: 32,80 pesetas.
Por amateurs que fueran las personas que se dedicaban a este sector servicios, no por eso podían escabullirse de pagar impuestos. Si miramos bien el bar (¿?) de Juan Brunet, mi abuelo, que se ve en la foto que está sobre estas líneas, nos parece un poco exagerado que tuviera que pagar el 20% de sus ventas en concepto de impuesto de Consumos de Lujo...
En la declaración mostrada a la izquierda, de fecha 25 de junio de 1943, Juan Brunet dice que ha vendido 36 botellas de anís; 38 botellas de ron y coñac, más 32 litros de lo mismo pero a granel; 12 sidras; vermut 600 litros; cervezas 144, etc. En total estima haber vendido por un importe de 6.972 pesetas.
El inspector de Hacienda hizo constar que Juan Brunet no había presentado ninguna factura ni llevaba libreta para el alcohol, etc. Para intentar solucionar las cosas, Juan Brunet tuvo que contratar a un gestor en Huesca, que el 23 de Septiembre de ese año 1943, ya le pasó la primera minuta: 32,80 pesetas.
No sé de dónde sacas esas fotos y tanta documentación. Tu blog es un excelente modo de conservar la "memoria histórica" de Campo: ¿por qué no publicas un libro recopilando todo lo que has "colgado" en él?
ResponderEliminar¡Excelente blog!
ResponderEliminarMis abuelos y mi madre vivieron un campo sobre los años 1950, tengo muy buen recuerdo de los veranos que pasábamos allí
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