martes, 28 de julio de 2020

Atado y bien atado

Capitulaciones matrimoniales



Casi todos nuestros antepasados, por modestas que fueran sus economías, cuando iban a contraer matrimonio firmaban ante notario unos acuerdos sobre varios  aspectos de su futura relación, ya fuera sobre:
- el tema económico: como la dote que aportaba la novia, el modo de hacer dicha aportación, lo que traía al matrimonio el novio...
- las obligaciones que asumían los novios hacia otros miembros de la familia, ya fuera respecto a hermanos, tíos, padres... Disposiciones sobre la futura descendencia, etc.
cómo debía restituirse la adote al donador en caso de fallecimiento de la novia. con o sin hijos...
- disposiciones religiosas, sobre las misas que se debían decir para la salvación de sus almas; la cantidad de sacerdotes que debían oficiarlas...,  
Transcribimos parcialmente (resulta demasiado largo hacerlo en su totalidad) unas capitulaciones hechas en Campo el año 1758. En este caso quisiéramos resaltar dos puntos que nos parecen interesantes:
1º.- La mención hecha por el donante para que en el futuro, la pareja de contrayentes elijan entre su descendencia al heredero de la casa y hacienda familiar, escogiendo a aquél de sus hijos "más bien visto" o, como se decía habitualmente, a aquél o aquella que ellos consideren que vaya a defender mejor los intereses de la casa, sin entrar en consideración de si debe ser hembra o varón, o el mayor o el menor. 
2º.- A Campo se le daba antiguamente el nombre de Santa María de Axén o Axén. Es curioso ver empleadas las dos denominaciones, Campo y Axén en un mismo documento. Concretamente, en este texto empieza la escritura refiriendo que están todos reunidos en Campo, y en la parte final, se da fe de que los testigos que asisten a dicho acto se encuentran en el lugar  denominado Axén.



SELLO QUARTO, veinte maravedís, año de mil setecientos cincuenta y ocho.
In Dei Nomine. Amén. Sea a todos manifesto como ante la presencia de mi Luis Menal de Melchor, Notario público, la presente escritura pública testificante y de los testigos abajo nombrados, parecieron personalmente FRANCISCO CANALES, mancebo contrayente, hijo legítimo y natural de Antonio Canales y de la quondam Serafina Santaposta, cónyuges que fueron de la villa de Campo, parte una; de la otra MARÍA SOLER, mujer moza contrayente, hija legítima y natural de Joseph Soler y de la quondam Cathalina Franco, cónyuges que fueron de dicha villa de Campo, y el dicho Joseph Soler, padre de la contrayente y vecino de la misma villa de Campo. Las cuales dichas partes dixeron que, acerca del matrimonio que está tratado y se espera solemnizar en faz de la Santa Madre Iglesia, entre los dichos Francisco Canales y María Soler, hacían y pactaban como hicieron y pactaron los capítulos matrimoniales de la forma y manera siguiente.
Primeramente, el dicho Francisco Canales contrayente en ayuda y contemplación del dicho su matrimonio trae su persona y todos sus bienes así muebles como sitios, habidos y por haber donde quiere que estén. Item por lo semexante la dicha María Soler contrayente en ayuda y contemplación del dicho su matrimonio trae su persona y todos sus bienes así muebles como sitios habidos y por haber, donde quiera estén, en general, y en especial trae y el dicho Joseph Soler su padre le da y manda y donación propter nuptias le hace, de una casa sita en la referida villa de Campo y en la calle llamada de San Antón que confronta con dicha calle, con casa de Joaquín Galindro, con pajar de la casa de Ferraz, con pajar de Francisco Vilas y con vago o corral de Joseph Torres, todos de la misma villa. Y de un pedazo de huerto sitio en los términos de dicha villa de Campo, y en la llera,  huerta de esta que lo posee haya arrendado a Theresa Calvera y confronta con el río Esera, con huerto de Juan Lascorz y con huerto de Pedro Bardaxí, todos de la misma villa. Y más le manda el dicho Joseph Soler a la dicha su hija cama de ropa, como es dos sábanas, una manta y un jergón, según su posibilidad.
Cada manda de dote hace el referido Joseph Soler a la dicha María Soler su hija con el pacto y obligación de que aquella haya de dar doce libras jaquesas a Philipa Soler, su hermana, cuando ésta tome estado y a más con el vínculo y condición de que si María Soler no tuviere hijos de este u otro su legítimo matrimonio, solo pueda disponer de la sobredicha manda de adote de la cantidad de diez libras jaquesas y lo demás vuelva y caiga en favor del dicho su padre donante si vivo fuere y si no, dichas partes que en caso de recobro del sobredicho adote de la contrayente lo recobre conforme se recibe

Item fue convenido entre dichas partes que los hijos del presente matrimonio habían de ser herederos de los bienes de ambos contrayentes aquél o aquella que a los mismos contrayentes sus padres pareciera ser más bien visto o al sobreviviente de ellos en su caso, y en el de morir los dos sin haber hecho dicha nominación la puedan hacer dos parientes de cada parte y testar por la almas de los contrayentes si muriesen intestados.

OOOOOOOOOOOO

domingo, 26 de julio de 2020

Menos fútbol...


y más Geografía
e Historia

Me acaban de enviar un recorte de prensa, en el que se da la noticia de que el Huesca ha quedado campeón de la Segunda División y pasa a jugar en Primera.  También dice el mencionado artículo, en la línea nº 5, que el Huesca es un equipo catalán.
Es tan obvio lo que apetece decir en un caso así, que, como no nos gusta faltar al respeto a nadie, preferimos no decir nada.... Que cada cual haga sus propias reflexiones. 





martes, 21 de julio de 2020

Ventanas y balcones

               Con flores, que dan alegría



Flores que cuidan Pili, Rosita, Anaceli, Maribel, Celia, Finín y la mayoría de mujeres de Campo.

miércoles, 15 de julio de 2020

1801



¡A pagar tocan!


En el año 1801 terminó la segunda guerra con Inglaterra (1793-1801) y empezó la denominada "Guerra de las Naranjas" que nos enfrentó con Portugal. Fue Godoy, Príncipe de la Paz y recién nombrado Generalísimo de los Ejércitos, el impulsor de este conflicto bélico, que solo interesaba a Francia (más exactamente a Napoleón) y a él mismo (eso es lo que creía).
La alianza con Francia se había traducido en unos subsidios que España debía abonarle durante cierto número de años. Dada la situación de las arcas nacionales, se pensó en pedir donativos voluntarios para hacer frente a la desastrosa situación económica del país (1798), pero como parece ser que surgieron muy pocos voluntarios, se optó por imponer a toda la población el cobro de la cantidad que debía recaudarse, lo que se conoció como el subsidio de los 300 millones. Dos tercios de dicha cantidad se recogerían entre el repartimiento hecho sobre los pueblos y, la tercera parte restante, sería aportado por los consulados. Vemos a continuación de qué modo esta medida llegó a Campo, donde tuvieron que poner a la venta bienes comunales para hacer frente al pago :
"In Dei nomine. Amén. Sea a todos manifiesto que nosotros, Joaquín Costa, Regidor primero, Anselmo Sierra, Regidor segundo y José Ferraz, síndico Procurador que somos de la villa de Campo, y como tales y por ausencia del señor Ambrosio Mur, Alcalde, únicos componentes de la Junta de Propios de la dicha villa, con esta calidad y en virtud de la facultad que nos ha concedido el Real Consejo de Castilla para proceder a la venta de diferentes porciones comunes y entre ellas las abajo contenidas, para verificar con su precio el pago del cupón del Real Subsidio de los trescientos millones respectivos a este Pueblo, en uso pues de dicha licencia y facultad, de nuestro buen grado y ciencia, vendemos  y traspasamos en favor de Francisco Canales y Soler  (el recaudador) ...".

Dichas cantidades de numerario, tan fatigosamente recogidas, no evitaron ninguna guerra, pues desde 1809 hasta 1814 se sufrió en toda España la guerra de la Independencia, cuyos avatares se vivieron bien de cerca en nuestros pueblos, ya que muchos de ellos estuvieron prácticamente bajo dominio francés. 

viernes, 10 de julio de 2020

Una fotografía especial

y una distinción merecida


En el "Diario del AltoAragón" hemos leído esta semana un artículo dedicado a Eduardo Fuster Salamero, en el que se da a conocer el éxito que ha obtenido en su participación en el Premio Internacional de Fotografía, 35 Award. Se trata de la foto titulada "Small hope" y en ella puede verse, con un espectacular atardecer como protagonista, la iglesia de St. Andrew & Buotska, del pueblo llamado Vasilievo, situado en la región de Óblast, de Leningrado (Rusia).    
A este certamen se presentan miles de fotógrafos amateurs y profesionales de todo el mundo, y conseguir que sus obras aparezcan en el Catálogo de los 35 mejores fotógrafos, es todo un éxito para ellos, lo que ha conseguido Eduardo. ¡Enhorabuena!

Small hope. Eduardo Fuster Salamero
Gentileza de Angel Huguet

martes, 7 de julio de 2020

La historia de una sencilla valla


Detalles que dan la vida


Cuando no había valla...
Mi madre siempre tuvo una salud delicada. De pequeña tuvo unas fiebres reumáticas que le dejaron secuelas en el corazón. De tanto en tanto sufría algún episodio importante que le impedía llevar una vida normal. El verano del "año no me acuerdo", en la década de los 60,  se puso muy enferma. Estaba todo el día en la cama y casi no tenía fuerzas ni para hablarnos. Mi padre estaba desesperado de verla en semejante estado de postración.
Un día, pronto por la mañana, se empezaron a oir golpes, voces y mucho jaleo de gente delante de casa. Mi madre nos llamó para preguntar qué pasaba y, cumpliendo "órdenes", le dijimos que no sabíamos qué era, que estaban trabajando todos los hombres de la carpintería y de la serrería delante de casa. A mediodía, aprovechando la pausa de la comida y de que reinaba la tranquilidad, mi padre le dijo a mamá:
- Victoria, quiero que te levantes y llegues hasta el balcón, vas a ver una cosa que te gustará.
- Hasta el balcón no podré llegar, Daniel. Dime ¿qué pasa?
- Sí que llegarás, mujer. Vamos juntos, tranquila, que yo te ayudo.
Y llegaron hasta el balcón y mi madre miró al exterior y se puso a llorar de felicidad: la valla que llevaba tanto tiempo pidiendo para la terracita que había delante de casa, estaba allí, ¡al fin! Pidió una silla y se sentó para disfrutar de lo que veía y no paraba de decir: "¡Que bonita! ¡que bonita ha quedado!" y ya no se quiso acostar. Y cuando después de comer reprendieron el trabajo los hombres que la estaban haciendo, le levantaban la mano para saludarla y le decían "Victoria ¡que tendrás que poner unas macetas por aquí! ¡no querrás tener esto sin flores!"  
Y mi madre, que siempre tenía una respuesta para todo, contestaba "Vosotros acabar vuestro trabajo pronto y no os preocupéis de las flores, que de eso me ocupo yo". Y miraba a mi padre con veneración.
 Y aquél verano, aunque no me acuerde bien de qué año era, se que también fuimos felices.