Seguir la corriente
Ya hemos dedicado un comentario a los picadores, que eran los encargados de talar los árboles en el monte y ponerlos a pie de pista para que los camiones los llevaran hasta la serrería. Hoy queremos transcribir el apartado que Antonio Castel Ballarín dedica a los traviadores en su libro "Cronología de Campo. 1789-1950" y en el que se refiere concretamente al transporte de pinos.
Nos explica que los traviadores conducían los árboles cortados por el río, aprovechando su corriente. En el proceso de la explotación forestal, los traviadores actúan después de que los picadores hayan hecho su trabajo. Una vez limpios los pinos tanto de ramas como de corteza, se procedía al arrastre. Los machos los arrastraban por pendientes y desfiladeros y los amontonaban en el lugar convenido. Y nos dice Antonio:
"Ahora llega el turno a los traviadores. Cuando la pila de maderos es considerable, los van arrojando uno a uno al río, hasta que la superficie de las aguas queda completamente tramada por los maderos.
Los traviadores construyen primero una especie de plataforma con los mismos maderos, los atan unos a otros, bien seguros para que no se deshagan y agrieten en momentos de apuro y fuerza.
Llevan en la mano una larga pértiga terminada en un pincho de hierro en forma de áncora pequeña para poder maniobrar el madero, girándolo hacia los lados o empujándolo hacia adelane.
El traviador se lanza como el mismo material sobre el que van a trabajar, sobre la superficie del río, en el Gradiello o La Garona.
El río arrastra con sus impetuosas aguas a los maderos que han arrojado y a las plataformas donde van varios hombres preparados.
Llegan a una curva del río, el agua arremolina uno de los troncos, después otro y así hasta ocasionar una verdadera barrera que impide seguir adelante. Llegan los traviadores sobre la plataforma, empujan, mueven, giran, hasta que los maderos van desfilando uno a uno en su carrera descendente, aguas abajo,
En otra ocasión, un madero se cruza en el río y actúa de aduana no dejando pasar a los demás. Los trabajadores vuelven a deshacer el entuerto para que los maderos sigan su descenso a tumbos por la superficie de las aguas.
El trabajo es peligroso por los posibles vuelcos de la plataforma en su navegar sobre el cauce tan anómalo del río: gargantas, zonas arenosas, cascadas, pendientes; río ancho, abarracamientos; grandes piedras que obstruyen el paso; profundas balsas, etc.".
La madera llegaba hasta Graus, donde se depositaba en otros cargaderos a la espera de llegar a su destino final.
Era el oficio de los traviadores un trabajo peligroso que requería mucha pericia y adiestramiento, y muchas veces se encargaba a grupos ya formados, que venían de lejos, la realización de alguna misión puntual.
Noticia publicada en la sección de "Sucesos" de El Diario del Altoaragón, del 29 de Julio de 1917:
¡Eso sí que era un trabajo duro y peligroso!
ResponderEliminarMe gusta el articulo - Me fa goyo o escrito
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