La historia de una afición
Ayer mismo, 29 de julio 2012, en el Suplemento Dominical del "Diario del Altoaragón" se publicó un artículo en el que, una vez más, Campo era uno de los protagonistas. Y si el mencionado periódico presta tanta atención a las cosas de nuestro pueblo es, desde luego, porque en él colabora Angel Huguet, que siempre se muestra especialmente receptivo e interesado por todo lo nuestro, y se preocupa de darlo a conocer. En esta ocasión, el reportaje está dedicado al Sr. Joaquín de Mur Vallverdú, de Casa la Vitoria, que ya nos dejó hace unos años (+ 1995), pero cuyo recuerdo está bien presente entre todos los vecinos, entre otras cosas, gracias a su colección de bastones.
Coleccionaba el Sr. Joaquín bastones (o ganchas, como le llamamos en Campo), que hacía él mismo. Disfrutaba viendo una rama y adivinando la forma que, con su técnica y buen hacer, obtendría. Todo empezó en el año 1980 cuando, a raíz de un problema de salud que tuvo, que le dejó como secuela una parálisis facial, se encontró con mucho tiempo libre y sin saber cómo ocuparlo. Para entretenerse, empezó a cortar litoneros o lamez, que abundaban en el terreno donde se encontraba el taller familiar, que era el lugar en el que trabajaban sus hijos. Así fue como poco a poco, casi sin proponérselo, comenzaron a salir de sus manos ganchas que enseguida fueron muy apreciadas por amigos y conocidos, y todos le encargaban alguna. Pero ponía en cada pieza tanto trabajo y tanta ilusión, que al final prefirió ir guardándoselas para sus hijos.
Actualmente, en lo que fue la tienda de casa Vitoria, hay un museo en donde se exponen unas 1.200 piezas, todo bastones diferentes hechos por el Sr. Joaquín, aunque nos consta que también tiene alguno que le han regalado. Hablando de regalos, sus hijos piensan que la cantidad de bastones que llegó a hacer su padre supera los 2000 ejemplares, pero que debió regalar unos 800. Los hay de formas muy diferentes, en varias maderas, sobre todo boj, sabina, chinebro, fresno y otras, como el litonero que hemos comentado.
El Sr. Joaquín no estaba solo con su afición, pues muchas personas le animaban a continuar y hasta le traían del monte aquellas ramas que consideraban más bonitas y originales, y que creían que le serían útiles para su trabajo. También tuvo un colaborador entregado en Daniel Fuster (mi hermano) que con la técnica del pirograbado decoró muchas de las piezas hechas por el Sr. Joaquín. Como eran dos personas creativas y generosas de su tiempo, colaboraron con ilusión, sólo por el placer de hacer cosas bonitas.
La familia del Sr. Joaquín conserva el legado de los bastones con cariño y mimo. Cuando los contemplan, piensan en todas las horas que su padre dedicó a ese menester y, también, en que ese entretenimiento le ayudó a vivir con alegría los quince años que sobrevivió a su enfermedad, hasta apenas dos meses antes de morir. Por eso, no se han planteado ni por un momento vender la colección reunida con tanto esfuerzo, es un recuerdo para toda la familia que se siente muy orgullosa de lo que hizo su padre y abuelo.
(Fuente: "Diario del Altoaragón". Fotos gentileza de Angel Huguet Ascaso).
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