sábado, 5 de abril de 2025

Novela por entregas. 3

 Capítulo 3

EL SEÑOR DE LA GARRAFITA


La fuente la Coma

- Buenos días, señora -saludó el desconocido esbozando una sonrisa un poco forzada. - ¿Se acuerda de mi? - continuó, queriendo parecer simpático. - Ayer a mediodía la molesté a la hora de la siesta, pues pensé que esto era un restaurante... Le pido disculpas. El caso es que fui a comer donde Vd. me recomendó, y decidí quedarme aquí dos o tres días, para descansar. La verdad es que me dio pereza continuar hasta Benasque, en la fonda se come bien y la gente del pueblo es muy amable.

- Pues me alegro de que se encuentre  bien por aquí -contestó mi madre un poco cortante, tanto que ella misma pensó que había sido poco amable y se animó a añadir algo más:

 - ¿Qué, a la fuente? - le preguntó señalando la garrafa que llevaba su interlocutor.

- Pues sí, como me han hablado tanto de lo buena que es el agua y me han prestado la garrafita, pues así mato dos pájaros de un tiro, camino un poco y bebo agua, que las dos cosas dicen que son buenas para la salud... 


Pero antes de que hubiera terminado de hablar, mi madre ya estaba dándole la espalda mientras le decía:

- Pues ¡ánimo! ¡No se canse mucho! - Y se metió dentro de la casa sin volver la cabeza.

Y es que mamá era una mujer de intuiciones y algo levantaba las alarmas en su persona cada vez que veía a aquél tipo.  No es que fuera mal educado, pero había un no sé qué en su manera de mirar  y de hablar que sonaba falso, que la intranquilizaba. Lo primero que pensó en aquél momento, fue en que mi padre todavía no se había encontrado con el visitante pegajoso... Le gustaría que lo viera para saber su opinión. Y la ocasión no se hizo esperar mucho.

No habían pasado ni dos horas desde que mi madre tuvo la conversación con el turista del año, que así lo bautizó ella, cuando el aludido ya regresaba de la fuente y volvía a pasar por delante de casa, cargado con el líquido elemento. Miraba y miraba alrededor, probablemente para ver si veía a mi madre y poder engancharse otra vez en una de esas charlas insulsas, pero no la veía por ninguna parte. Si que se topó con la figura de mi padre, que estaba sentado en la terraza leyendo "La Vanguardia". No estaba muy seguro de si era una buena idea abordarlo ya o si era mejor esperar otro momento, pero, finalmente, el veraneante decidió no dejar pasar la ocasión.

Antes de pararse delante de él, al otro lado de la valla, le miró de soslayo varias veces, impresionado por el aspecto elegante que mi padre tenía. ¿Seguro que este caballero es el marido de la mujer que conozco? se preguntaba. Según las referencias que había conseguido no había ninguna duda, pero no pegaban mucho como pareja, se dijo.

Como se estaba alargado un poco más de la cuenta la decisión de intervenir o no intervenir, el hombre decidió pasar ya al "ataque".    

- Disculpe que le moleste -le dijo a mi padre, que apenas alzó los ojos hacia él- esta mañana he tenido el gusto de hablar con su señora y no he pensado en decirle que, si quieren, puedo dejarles la garrafita de agua para Vdes. La verdad es que yo estoy hospedado en la Fonda y tampoco bebo tanto, lo que de verdad me gusta es andar y disfrutar del paisaje. Mañana pienso volver.

Mi padre se sintió obligado a mostrarse amable con aquél desconocido tan generoso y, sin levantarse del sillón, le preguntó:

- El agua, ¿es de la Fuente de la Coma?

- Sí, de allí mismo. Parece mentira que salga tan fresca y parece ser que tiene muchas propiedades... 

- Me alegro de que le haga tan buena propaganda. Ya le diré a mi mujer que ha preguntado por ella, no se por dónde parará ahora - añadió mi padre, como rematando la conversación.

- De acuerdo, ya hablaré con ella en otro momento. Aún estaré unos días por aquí. Hasta otro rato. - Se despidió el misterioso interlocutor.

- Adiós y ¡gracias! -dijo mi padre, volviendo a la lectura del periódico, no sin haberle pasado por la cabeza, como un relámpago, la impresión de que ya conocía a ese hombre.


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