lunes, 4 de julio de 2022

Pic-nic junto al río

 Y OTRAS DISTRACCIONES


No tengo ni idea de lo que hacen hoy día las familias que van a pasar el día junto al río, para bañarse y hacer pic-nic. Cuando yo era pequeña, muchos domingos de verano mis padres organizaban una salida de ese estilo y, más o menos, nos organizábamos así:


LA UBICACIÓN.- La teníamos bien estudiada, aunque a veces, a causa de alguna tormenta, el río cambiaba su cauce de un lado a otro y teníamos que modificar el emplazamiento. Normalmente teníamos dos "campings", el 1 y el 2, y los íbamos turnando.

A la hora de elegir el lugar, se tenía en cuenta que hubiera alguna sombra cerca de donde nos instalábamos y que no bajara el río por allí cerca con mucha corriente. Y que no hubiera "badinas" profundas cerca de la orilla donde nos íbamos a bañar, para evitar el peligro.

Cuando digo bañar, bien entendido, no me refiero a nadar, sino a mojarnos los pies y poco más, porque el agua bajaba helada. 

LA NEVERA.- Nuestra primera misión, la de los críos, era construir dentro del agua unos muros de contención donde se pudiera guardar el vino, el agua, los melocotones, los tomates, etc. para que se refrescaran sin que se los llevara la corriente. Parece fácil, pero eso nos llevaba un tiempo.

LA CARNE A LA BRASA.- Mientras tanto, mi madre elegía un sitio para extender el mantel, un lugar libre de arena, hormigas y otros bichos. Mi padre se dedicaba a hacer el fuego, para preparar las brasas y asar la carne.

LA SIESTA.-Una vez bien comidos, era el momento de buscar un rincón agradable en la sombra, para hacer la siesta, pues no nos dejaban bañar después de comer para que no se nos cortara la digestión. Bueno, los que se pegaban un sueñecito eran mis padres, pues nosotros solíamos jugar a algo tranquilo.  

EL TANGANÉ.- No se si le llaman así todavía, era un juego de puntería. Después de la siesta se organizaba el juego. Primero se buscaba una botella o una lata.  Se instalaba el objeto encontrado encima de una piedra un poco alta, se contaban un número de pasos en una dirección, y al llegar a la distancia establecida (20 pasos, 30, etc.) pues se trazaba una marca en el pedregoso suelo, para intentar abatirlo desde allí, lo que se hacía en riguroso turno. El que conseguía no solo darle "al blanco" sino tirar  al suelo la botella o la lata, ganaba.

Fotos F. Fuster
 
A las 5 o las 6, empezábamos a recogerlo todo, dejando el campamento limpio y procurando no olvidarnos de nada. Y, lentamente, poníamos rumbo a casa, cansados, e intuyendo, que esos serían unos de los buenos momentos que nos gustaría recordar durante toda la vida.  

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