domingo, 1 de agosto de 2021

Amapola

 

Ababol


Pensando en las palabras y en el verano, me viene a la memoria un hecho que me parece muy curioso. Estábamos un día en el bar de Campo toda mi pandilla reunida, unas 12 mujeres adultas, repasando el mundo "del más aquí", cuando alguien habló del ababol.  Unas cuantas contertulianas nos extrañamos ¿ababol? ¿qué es eso?

- Vay, ninas, ¿no el savez?ababol ye l´ababol.

- Tamé le dicen amapola - apuntó la bilingüe del grupo, ante la extrañeza de algunas.

¡Esto es lo que me dejó perpleja!  ¿habían pasado años y años y no habíamos hablado nunca ni de amapolas ni de ababols hasta ese momento? Más perpleja me dejó, de todos modos, el que de repente advertí, dicho con todo cariño, un resplandor de orgullo en las amigas que utilizaban el término ababol... Estaban radiantes, como si hubieran pasado la prueba de limpieza de sangre; en Campo se decía así  ¡y ellas sí que eran de Campo!  

Bueno, aprendida la lección y con la autoestima patria por los suelos, tomé una decisión;  si alguien me preguntaba en el futuro cómo se llama la flor roja que sale en los campos de trigo, le contestaré ¡ababol! aunque el que me lo pregunte sea de Cádiz.

Por cierto, que, he sabido después que los término ababol y ababa no son propiamente aragoneses, sino que pertenecen al castellano (de origen árabe), aunque actualmente están en desuso. El mérito de nuestro pueblo, y otros de la región, es haberlos conservado. 


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