En
el siglo XVII, se exigía ser "cristiano viejo" para casi todo, y para ello había que presentar pruebas que avalaran la "limpieza de sangre". La autoridad religiosa competente, recurría al interrogatorio
de vecinos y conocidos para recabar toda la información necesaria. En este expediente que vamos
a examinar, de todos modos, además de las declaraciones de los testigos se aportan pruebas documentales,
con los datos obtenidos en la parroquia de Beranui, de donde era la madre del aspirante.
El caso que nos ocupa,
trata concretamente del Expediente de Familiatura abierto para el ingreso de
Pedro Zazurca (nacido
el 26 de marzo de 1634 en Campo) en el Colegio Mayor de Santiago de Huesca. La autoridad
religiosa encargada de cumplimentar dicha recogida de datos fue el prior de
Campo, D.
Francisco Plácido Solana, monje del Monasterio de San Victorián. Los puntos del interrogatorio
a los que debían responder los testimonios eran once, y la información que aportan
sus declaraciones es un tesoro para nuestra pequeña historia local.
De
las respuestas a dicho interrogatorio se desprende que el abuelo del
"pretendiente", llamado
también Pedro Zazurca, era el herrero de Campo y, coinciden varios declarantes,
que era
famoso por su buena voz ("era
cantor famoso que iba al coro y tenía mucha voz" o "muy aficionado a la iglesia y famoso cantor della"). Su abuela paterna fue Isabel Ferraz , que según dicen,
pertenecía a la mejor familia de "Laburies". El hijo de ambos, Pedro
Zazurca Ferraz (padre
del "pretendiente") era labrador y también herrero, ejerciendo, según
nos cuentan, "el arte del bronce". Este Pedro se casó con Isabel de Mur, de Beranuí (que había
nacido el 4 de junio
de 1606, hija de Juan de Mur y Margarita Fondevila, y según se nos refiere era
su familia,
también, "la
mejor casa de Beranuí”). De ellos nacieron: Pedro Zazurca de Mur, que quiso
ingresar en el mencionado Colegio Mayor de Santiago de Huesca y Francisco
Zazurca de
Mur, que se casaría con Theresa Aventín.
-
Martín de La Cambra, presbítero y vicario del lugar de Navarri, nacido en
Campo, de sesenta
y siete años de edad, poco más o menos, que conocía muy bien a la familia de
Pedro Zazurca.
-
Mossén Gerónimo Pino, vicario de Campo y natural de Espierba, de setenta y dos
años cumplidos.
-
Jaime Aguilar, notario real y vecino de Campo, de cinquenta y dos años, poco
más o menos.
-
Lorenzo Armisén, también de Campo, de cuarenta y cuatro años.
-
Antonio Franco, natural y vecino de Campo, de ochenta años.
Posteriormente,
el prior de Campo se desplazó a Beranuí para proseguir su investigación sobre
la familia de la madre del pretendiente. Allí comprobó datos en los libros de
la Parroquia
e interrogó al licenciado Juan Sanz, rector de Beranuí y Pardinella, y como testimonios
llamó a:
-
Juan Donvillar, natural de Roda y habitante de Beranuí, que tenía entonces
sesenta años.
-
Pedro Soler, natural de Beranuí, de noventa y seis años.
-
Lorenzo Matheo, de Beranuí también, que tenía sesenta y cinco años.
Siendo,
en general, todas las contestaciones bastante estereotipadas, nos ayudan a
descubrir, sin
embargo, a qué se le daba valor en aquella época. Si las primeras preguntas del interrogatorio
están destinadas a confirmar si el declarante conoce al pretendiente y su
familia y,
si puede afirmar que la familia del demandante son todos cristianos viejos y nunca
han estado presos,
etc. A partir de la pregunta número 7 de dicho cuestionario se trata ya de
conocer un poco
más la personalidad del demandante, y las respuestas tienen que hacer
referencia a sus “cualidades”
personales. Por ejemplo, estas son algunas de las contestaciones dadas a este punto
n° 7:
“Al art. 7 dixo y respondió que ha tratado y comunicado
el dicho deposante al opositor por toda la vida de éste, y que por su trato ha visto que
es hombre cuerdo y prudente y de muy buen seso y juicio, honrado y de muy exemplar vida y
costumbres y de muy buena y apacible y afable conversación, y que no es escandaloso ni amigo
de riñas y discordias”. Otro testigo añade
a la afirmación de que no se le encuentra mezclado en riñas: “Y que a los que son amigos dellas los ha apaciguado y hecho amigos muchas
veces”. Y aún hay otro comentario sobre
esto de un tercer testigo: “Que
por eso se lleva a todos tras sí”.
La
pregunta n° 8 era para saber si el opositor había estado casado o había servido
a la Iglesia. Una
de las contestaciones dadas dice así: "Al
8 que no sabe el oposante que el opositor haya sido fraile ni canónigo seglar, profeso ni ermitaño, ni ha
oido que haya entendido casar y que no sólo no es casado ni ha prometido casarse sino habiéndole rogado se casase y
fuese heredero de la casa, no ha querido
jamás".
Con
el punto 9 del interrogatorio se trataba de descubrir alguna debilidad del
opositor, pero las
contestaciones solían ser muy contundentes, intentando cortar de raiz cualquier
duda: "Al 9 dice y deposa que el dicho opositor no está amancebado
públicamente ni sabe que sea vicioso públicamente con mujeres ni juegos, ni jugador ni
blasfemo, antes es tenido y reputado por todo el lugar y otras partes por muy libre de todo vicio".
Otro
testimonio añade: “Es muy exemplar en todo y que
es tenido por tal en toda villa y que hablan todos de él con mucha veneración y estimación”.
La pregunta n° 10 era sobre la salud (del cuerpo y del alma), veamos una de las respuestas:
"Al 10 que no sabe, ni ha oido ni entendido, que el dicho opositor haya tenido bubas, lepra ni otro mal contagioso ni de San Lázaro, sí que es hombre sano y robusto de muy buena complexión y no delicado ni enfermo, sino esforzado y animoso".
El punto 11 era una mera ratificación de lo expuesto por el declarante, acompañado de la firma de cada una de las personas que comparecieron como testimonios. Algunas de las cuales eran, por cierto, de considerable edad.
(Fotos: Plano de Campo (más o menos), mjfuster; Monasterio de San Victorián: Angel Huguet Ascaso; Monasterio de Obarra: vista general y detalle, Jose Murciano).
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