lunes, 28 de julio de 2014

Las gallinas







¡Tiiiïiiiiiiiiiiiiiiitas!   ¡tiiitaaaaaaaas!


Hasta hace unos pocos años, en casi todas las casas de Campo criaban sus aves de corral. Pollos y gallinas eran casi parte de la familia. A estos seres inquietos se les hablaba. Mi madre les contaba las novedades familiares, tipo "ya estaréis contentas ¿eh? que pronto llegarán los zagales y os vendrán a ver"..., aunque ella sabía que ni el gallo ni las gallinas se molestarían en contestarle nada.
Las mimaba especialmente con el asunto de los huevos. Cuando iba a controlar cómo estaba el ponedor y veía alguno, les dedicaba verdaderas parrafadas de agradecimiento, como "Hoy sí que os habéis portado bien. Así se hace guapísimas ¡que sois unas guapas! ¡lo mejor de la casa! (...)". Por cierto, que  en Campo se las llamaba cariñosamente "titas", pronunciado "tiiiiiiiiiiiiitas". 
Evidentemente este amor a las gallinas no era desinteresado, porque mientras les decía cosas zalameras las observaba calculando a cuál de ellas iba a llevar primero a la olla.
Ironías  aparte, eran una buena ayuda para las economías familiares. Algunos sacrificaban de tarde en tarde una gallina, ya fuera para comerla en pepitoria un día señalado o utilizándola para hacer un buen caldo, sobre todo, si había un enfermo en la familia. El gallo se reservaba para comerlo en las grandes ocasiones, o si se quería hacer un regalo muy especial a alguien. Regalar un gallo era lo máximo. Además, de vez en cuando se vendían  algunos de sus animales, lo que siempre iba bien para la economía familiar.
Hasta tal punto formaban parte del entramado familiar, que cuando nuestros paisanos empezaron a trasladarse a las ciudades para vivir en pisos, les parecía imposible renunciar a sus gallinas y conejos. 
El 14 de septiembre de 1029, la Alcaldía de Huesca tuvo que publicar un bando para recordar, entre otras cosas, la siguiente:
"Sigue igualmente en vigor la prohibición de criar conejos, gallinas y palomas en locales destinados a viviendas. Periódicamente se inspeccionarán éstas, imponiéndose a los denunciados máximas sanciones.
Huesca, 13 de Mayo de 1929. Alcalde Vicente Campo"




(foto de  niña con gallinas de mjfuster)

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