En siglos pasados era habitual que los hombres del campo, cuando sus tareas más imperiosas se lo permitían, trabajaran la madera con el fin de fabricar objetos útiles para su hogar o sus actividades agrícolas, además de elaborar otros objetos que eran simples adornos (juguetes para los niños, figuras, etc.). Para hacer esos trabajos sólo necesitaban una navaja u otro objeto cortante y la habilidad que con la práctica iban adquiriendo.Entre los utensílios más comunes que salían de las manos de estos artesanos improvisados, destacaban las cucharas y tenedores, necesarios para comer. Y el material más idóneo que encontraron para hacer todos esos objetos fue el boj. Esta madera, de gran dureza, daba mucha resistencia a las piezas que se fabricaban con ella, aunque también presentaba el inconveniente de que resultaba difícil de trabajar, pero poco a poco los que la utilizaban fueron aprendiendo la técnica adecuada.Y atraídos por el boj, un grupo de personas que se dedicaban profesionalmente al oficio de cuchareros, llegaron a Campo a mediados del siglo XIX. Vinieron concretamente de Tortellá (la Garrotxa) y trajeron con ellos no sólo los conocimientos de la técnica artesanal, sino también un enfoque comercial para los productos que fabricaban.
Tortellá - Boltaña - Campo:El Sr. Robert Bayer i Castanyer, en su libro titulado ‘Tortellà’, editado por el Ayuntament de Tortellà en 1991, ofrece un documentado estudio sobre todo el proceso de fabricación, producción y comercialización de cucharas. Además, no se limita a tratar sobre la materia prima y las herramientas utilizadas, sino que da a conocer también a las personas que introdujeron dicha artesanía, primero en Tortellá y después en Campo y Boltaña.Según explica el Sr. Bayer i Castanyer, en el año 1762 se instaló un maestro cucharero en Tortellá, llamado Joan Illamola, que fue el iniciador de esa actividad artesana en el pueblo. El mismo iba a buscar el boj que necesitaba al bosque y después trabajaba la madera para obtener el utensilio deseado. Su mujer le ayudaba en algunas de las fases de este proceso. Con el paso de los años su hijo se puso a trabajar también con ellos en el taller familiar y, poco después, fueron contratando a otros mozos. En 1818 se tiene constancia de la llegada de otra familia de cuchareros a Tortellá. Se trataba de Esteve Muntada y sus tres hijos. Así pues, a principios del siglo XIX eran ya dos talleres importantes los que estaban instalados, más aquellos otros que iban surgiendo cuando uno de los operarios de esos dos pioneros se independizaba y abría taller por cuenta propia.Los cuchareros, nombre que se les dió a estos artesanos de la madera, empezaron primero a poner el boj a remojo durante diez o quince días, con el fin de que se ablandara. Después, fueron adaptando las herramientas de uso común que se utilizaban, al trabajo específico que se iba a realizar con ellas, es decir, a la fabricación de cucharas u otro utensilio, con lo que se inventaron herramientas especiales.Se realizaba el trabajo en una dependencia de la casa, normalmente un lugar pequeño, en el que llevaba a cabo su tarea el cucharero ayudado en alguna fase de la elaboración, muchas veces, por su mujer y sus hijos. Ocasionalmente contaba con la ayuda de un mozo o aprendiz. Con el tiempo, a medida que se empezó a profesionalizar este trabajo, se aumentó el número de ayudantes, especializándose cada uno de ellos en una fase del proceso, por lo que puede decirse que trabajaban en cadena.La expansión de este oficio fue consecuencia de la situación que vivía por aquél entonces el dinámico pueblo de Tortellá, cuya industria textil estaba entrando en un callejón sin salida, ya que allí no se podía potenciar la industrialización que se estaba experimentando en dicho sector por el resto de Cataluña, pues el pueblo carecía de agua suficiente para las nuevas máquinas a vapor. Tantos jóvenes se dedicaron a trabajar como cuchareros en Tortellá, que se empezaron a manifestar los primeros problemas: la materia prima se ofrecía a diferentes precios pero siempre con tendencia al alza, los buenos profesionales eran escasos y la calidad de los artículos fabricados empezó a resentirse.Este auge en la actividad de los artesanos cuchareros hizo que pronto el boj existente en los alrededores del pueblo empezara a escasear y se tuvieran que encontrar nuevas fuentes de aprovisionamiento, trayéndolo p. e. de bosques de Lérida, Huesca o del Pirineo francés. Y algunos de aquellos hombres hicieron algo más: cogieron a sus familias y se fueron a establecer allá donde había boj, para crear allí sus talleres artesanos, llevándose con ellos toda la tecnología que habían adquirido. En Boltaña se instaló Pere Blanch i Serra. En Campo el resto de sus hermanos.
Tortellá - Boltaña - Campo:El Sr. Robert Bayer i Castanyer, en su libro titulado ‘Tortellà’, editado por el Ayuntament de Tortellà en 1991, ofrece un documentado estudio sobre todo el proceso de fabricación, producción y comercialización de cucharas. Además, no se limita a tratar sobre la materia prima y las herramientas utilizadas, sino que da a conocer también a las personas que introdujeron dicha artesanía, primero en Tortellá y después en Campo y Boltaña.Según explica el Sr. Bayer i Castanyer, en el año 1762 se instaló un maestro cucharero en Tortellá, llamado Joan Illamola, que fue el iniciador de esa actividad artesana en el pueblo. El mismo iba a buscar el boj que necesitaba al bosque y después trabajaba la madera para obtener el utensilio deseado. Su mujer le ayudaba en algunas de las fases de este proceso. Con el paso de los años su hijo se puso a trabajar también con ellos en el taller familiar y, poco después, fueron contratando a otros mozos. En 1818 se tiene constancia de la llegada de otra familia de cuchareros a Tortellá. Se trataba de Esteve Muntada y sus tres hijos. Así pues, a principios del siglo XIX eran ya dos talleres importantes los que estaban instalados, más aquellos otros que iban surgiendo cuando uno de los operarios de esos dos pioneros se independizaba y abría taller por cuenta propia.Los cuchareros, nombre que se les dió a estos artesanos de la madera, empezaron primero a poner el boj a remojo durante diez o quince días, con el fin de que se ablandara. Después, fueron adaptando las herramientas de uso común que se utilizaban, al trabajo específico que se iba a realizar con ellas, es decir, a la fabricación de cucharas u otro utensilio, con lo que se inventaron herramientas especiales.Se realizaba el trabajo en una dependencia de la casa, normalmente un lugar pequeño, en el que llevaba a cabo su tarea el cucharero ayudado en alguna fase de la elaboración, muchas veces, por su mujer y sus hijos. Ocasionalmente contaba con la ayuda de un mozo o aprendiz. Con el tiempo, a medida que se empezó a profesionalizar este trabajo, se aumentó el número de ayudantes, especializándose cada uno de ellos en una fase del proceso, por lo que puede decirse que trabajaban en cadena.La expansión de este oficio fue consecuencia de la situación que vivía por aquél entonces el dinámico pueblo de Tortellá, cuya industria textil estaba entrando en un callejón sin salida, ya que allí no se podía potenciar la industrialización que se estaba experimentando en dicho sector por el resto de Cataluña, pues el pueblo carecía de agua suficiente para las nuevas máquinas a vapor. Tantos jóvenes se dedicaron a trabajar como cuchareros en Tortellá, que se empezaron a manifestar los primeros problemas: la materia prima se ofrecía a diferentes precios pero siempre con tendencia al alza, los buenos profesionales eran escasos y la calidad de los artículos fabricados empezó a resentirse.Este auge en la actividad de los artesanos cuchareros hizo que pronto el boj existente en los alrededores del pueblo empezara a escasear y se tuvieran que encontrar nuevas fuentes de aprovisionamiento, trayéndolo p. e. de bosques de Lérida, Huesca o del Pirineo francés. Y algunos de aquellos hombres hicieron algo más: cogieron a sus familias y se fueron a establecer allá donde había boj, para crear allí sus talleres artesanos, llevándose con ellos toda la tecnología que habían adquirido. En Boltaña se instaló Pere Blanch i Serra. En Campo el resto de sus hermanos.
En el año 1890, en el Censo electoral de Campo figuran 23 personas con el oficio de cucharero. Se tiene constancia que el año 1930 en Boltaña se fabricaron 200.000 piezas, entre cucharas y tenedores. En Campo fueron 172.8000. La materia prima utillizada fue habitualmente el boj, pero en algunos casos se recurrió también al haya, avellano, arce o plátano.
Listado de vecinos del municipio de Campo (1890): Cuchareros
1.-Antonio Ballarín Plaza, 31 años; 2.- Joaquín Beguer Fortuño, 37 años; 3.- Manuel Beguer Fortuño, 42 años; 4.- José Blanch Galindo, 28 años; 5.- Miguel Blanch Masdexaxes, 61 años; 6.- Manuel Blanch Robert, 34 años; 7.- José Blanch Serra, 52 años; 8.- Pedro Blanch Serra, 44 años; 9.- José Canales Guillén, 61 años: 10.-José Canales Mora, 61 años; 11.- José Castillón Prugente, 31 años; 12.- José Figueras Danés, 48 años; 13.- Juan Mongay Cereza, 30 años; 14.- Francisco Mur Solana, 49 años; 15.- Francisco Mur Subías, 50 años; 16.- Cayetano Nestares Lanao, 25 años; 17.- Francisco Sanz Gabás, 29 años; 18.- Miguel Sesé Beguer, 39 años; 19.- Joaquín Sesé Cereza, 32 años; 20.- José, Sesé Cereza, alias “Collada”, 34 años; 21.- José Sesé Cereza, alias “Vilas”, 29 años; 22.- José Sesé Lanau, 65 años; 23.- Francisco Solana Serena, 45 años; 24.- José Villega Bich, 44 años.
(Fotos: Iglesia de Tortellá, M. J. Fuster. Boj, Wikipedia. Reloj de "casa José", gentileza de Magda Blanch).
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