viernes, 15 de mayo de 2020

La colcha


Labores

Foto gentileza de Mari Sancha

En Campo, como en todos los pueblos, a las niñas se nos enseñaba a hacer labores desde muy pequeñas. En la foto, vemos a un grupo de vecinas delante de casa de Magda Blanch, dándole a la aguja, al ganchillo y, ni que decir tiene, ¡a la lengua! que era lo más divertido. En este grupo están Mari y Asunción del Estanco, Joaquina Blanch, Mari Sancha, Carmeta, Marina y su hermana Asunción...
Mi madre no me podía ver sin hacer nada, "mano sobre mano" como decía ella, y en cuanto me pillaba tranquila y feliz perdiendo el tiempo, me mandaba hacer vainica, bodoques, punto de cruz o lo que fuera. Eso me "marcó" para siempre, y a estas alturas de mi vida, mientras otras "colegas" sensatas descansan, yo "le doy" al ganchillo o las agujas de hacer media desesperadamente.
La colcha de la fotografía que muestro a continuación, no es la que se menciona en el escrito que la acompaña, sino otra, que está en Campo y a la que no puedo hacerle fotos ahora... lo digo para las expertas, que enseguida se darán cuenta de que la colcha de la foto no es de "rosetas", como se explica, sino de "tiras"...  


Miro la colcha...

Miro la colcha blanca,
1350 rosetas blancas.
Cada roseta, unos 5000 puntos,
aproximadamente...
En total, unos 7 millones 
de embestidas al aire
con mi ganchillo del número 8.
¡Cuántas horas de mi vida,
de revolotear con las manos
y volar con la cabeza!
¡Cuántas horas agarrada al hilo,
por aferrarme
a algo concreto!
Extiendo la colcha grande,
blanca,
y mis ojos ven,
desplegados 
como en un abanico,
los sueños que mi pensamiento
ha tejido.

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