jueves, 10 de abril de 2014

Profesión: peluqueras


María Antonieta

Los PEINADOS, obras de arte efímeras




La mayoría de las mujeres se ayudaban las unas a las otras para arreglarse el cabello, cuando ellas solas no podían hacerlo, sin embargo, como puede imaginarse, las damas de clase social elevada tenían sus propias peinadoras que les iban a peinar prácticamente todos los días. 
Estamos familiarizados con películas de la Antigua Grecia, de romanos o de la Edad Media, donde hemos visto cómo a las reinas y favoritas las peinaban con primor sus esclavas y domésticas. Si pensamos en el Antiguo Egipto, por ejemplo, nos viene a la cabeza la adornada melenita de Cleopatra, y se puede adivinar el trabajo que había detrás de ese peinado aparentemente sencillo, y que desde luego ella misma no se hacía.
Goya. Caprichos.
Dando un salto a la corte francesa de Luis XIV, sabemos que a partir de entonces empiezan a cobrar notoriedad los peluqueros de palacio, que derrochaban ingenio y audacia para adornar y "decorar" unas pelucas fantásticas que luego lucían las damas en bailes y recepciones. Y para poner una imagen a estos recuerdos, podemos pensar en María Antonieta, reina de Francia y esposa de Luis XV, a quien despojaron de peluca y de cabeza en la Revolución Francesa.
De hecho, no era ninguna novedad el que los hombres cuidaran de los cabellos de las damas. Debía ser relativamente frecuente porque, ya en el año 1605, el Concilio de Trento había prohibido que los varones se ocuparan de arreglar directamente las cabezas de las féminas. Y es que, aunque normalmente eran las peinadoras las que acudían a los domicilios para "arreglar" a las señoras, cuando la ocasión lo requería, ellas preferían ponerse en manos del peluquero de moda.     
La época en la que las mujeres decidieron que podían dedicarse a esta profesión y abrir sus propios salones de peluquería, ya fueran de lujo  u otros más modestos, fue en el periodo comprendido entre las dos guerras, entre los años 20 y 40. Desde luego, para dedicarse a peinar y cortar el pelo a las demás, no se necesitaba ningún papel ni certificación, simplemente la voluntad de hacerlo y un poco de destreza.
Pero las cosas cambian, y lo que antes era solo peinar pasó a complicarse un poco más, pues se empezaron a utilizar tintes especiales, y se hacían permanentes en caliente, y para eso se necesitaban algunos conocimientos. Los moños habían pasado a mejor vida y las mujeres querían cabellos vaporosos y ondulados. De esta guisa se expresaba un peluquero de Huesca en los años 60: 
"- Nunca debemos olvidar; que el arte del peinado debe de estar basado, cimentado en una buena permanente.
- ¿Qué.opina, pues, de la mujer que peina sin permanente?
- Permítame esta expresión: edifican sobre arena. Yo no me atrevo, y creo que soy avanzado en mis deberes profesionales, hacer obra en un cabello liso. Más aún: ni debe ni puede hacerse. Hay cabellos rebeldes, y son muchos, que exigen, para ser trabajados con un determinado fin, una permanente -o bien, un "gouflage". Quiero decir: doblarlo para que nadie adivine que son permanentes, y de esta forma manifestaremos un rizo natural propio de un cabello agradecido".
La nueva normativa para los trabajadores del sector de peluquería de señoras, llegó el año 1963: 
Leemos en la "Nueva España" del 19 de Septiembre de 1963, la siguiente nota:
"El tema es de palpitante actualidad y de marcado interés, se diría que afecta a la provincia más que a la capital. Consideramos esta información como llamada de atención a quienes pueda afectar directa o indirectamente.
Creemos que hasta ahora se vivía demasiado alegremente en cuanto se refiere al monetaje de peluquerías de señoras, a la preparación de quienes están al frente de ellas y a la propia dependencia. Desde ahora, por disposición del Ministerio de Trabajo y recentísimas circulares y normativas del Sindicato Nacional de Actividades Diversas, ha quedado todo canalizado perfectamente. Con esta  delimitación nadie podrá ignorar o evadirse de su cumplimiento.
Hace unos días se celebró en Madrid Junta Plenaria de la Agrupación Nacional Sindical de Peluqueros de Señoras, y asistió  el Presidente de la Agrupación de Huesca.  El orden del día de aquella reunión era extenso y eminentemente sustancial. Fueron dos jornadas apretadas de  trabajo, temas, debates,  comentarios y aclaraciones de dudas.
Es de imperiosa necesidad hacer llegar a todos cuantos interesa que no se puede obrar ligeramente, y que las peluquerías de señoras han de estar debidamente legalizadas, hasta el punto de que todo profesional debe estar en  posesión de un documento acreditativo de su capacidad, que será otorgado mediante el correspondiente examen ante los Tribunales de Calificación Profesional creados por el  Sindicato. 
En cada Provincia quedarán constituidos estos Tribunales indefectiblemente y su misión será realizar los exámenes previstos en las fechas que el Presidente del Sindicato determine, en atención al número de peticiones hechas en el organismo.
En cualquier localidad puede haber una peluquería de señoras; pero ¿tiene la autorización del Municipio respectivo, paga su licencia fiscal, está bien "instalada", quien o quienes están al frente del establecimiento tienen cornpetencia profesional? En todo caso, deberán las industrias establecidas regularizar su situación ante el Sindicato,  aportando los documentos precisos para la obtención del «Carnet de Empresa Responsable».
Los establecidos con posterioridad al 2 de abril pasado, no les será permitido el ejercicio de la actividad, sin haber justificado su capacidad ante el Tribunal, o figurar al frente de la peluquería un oficial mayor. Con mayor razón, si cabe, se advierte esto a quienes tienen el propósito de establecerse.
La orden del Ministerio de Trabajo del 2 de abril de 1963 y las normas sindicales referidas, son ciertamente beneficiosas, para las empresas, dependencia y sobre todo para la clientela.
Podemos estar completamente satisfechos de la labor últimamente realizada, puesto que en definitiva viene a dignificar la profesión".
En Campo trabajaron como peluqueras, antes de la guerra: en "casa Cambra", Irene Canales. En "casa de Pep de Juan", trabajó Magdalena. Marina Puertas, de "casa l´Estanco" tenía la peluquería allí al lado de donde estaba el bar. También tenemos noticias de  una chica de Estadilla que trabajó en "casa Chandoz".
En "casa José", Sebastián Blanch trabajaba como peluquero y barbero, y su hermana atendía a las mujeres. Después, la esposa de Sebastían, Eduviges, empezó a trabajar con ella y cuando se quedó al frente del negocio, bajó un tiempo a Barcelona para aprender  mejor el oficio. Más tarde, su hija Magda fue a una Academia en Tarragona y allí aprendió de peluquera y trabajó en una peluquería durante un par de años. En Barcelona consiguió el certificado de Henry Colomer y allá por el año 1962 ya se quedó en Campo para trabajar con su madre.
También trabajaron como peluqueras las hermanas Parramón, que tenían la peluquería en "casa de Perico Aventín", donde vivían.
Pili Ballarín de "casa Plaza", se instaló como peluquera en Campo el año 1964 y fue la primera que tuvo el título exigido. Había aprendido en Barcelona y le convalidaron sus estudios en Huesca. Su padre, el Sr. Luis, también había sido peluquero.
Nieves Subías y Pili Satué, casadas con chicos de Campo, también han ejercido esta profesión, y Pili Satué la ejerce todavía. 
Todas ellas han desarrollado su trabajo en nuestro pueblo y han sabido combinar su profesión con el cuidado del hogar. Han sido unas mujeres modernas que viviendo en un área rural, se han sabido ganar la vida. Como han hecho otras vecinas suyas, que han ayudado a sacar adelante las economías familiares, bien trabajando como modistas, estado al frente de un comercio, de un bar, etc.  

PETICIÓN: Si nos hemos olvidado de alguien o hemos equivocado algún nombre, por favor, comunicárnoslo. ¡GRACIAS!



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