miércoles, 1 de junio de 2011

La Iglesia, el pueblo







y cosas para no olvidar








En Campo siempre ha estado muy arraigada la costumbre del rezo del Rosario de la Aurora. Se celebraba todos los domingos comprendidos desde el 12 de octubre hasta la Pascua de Resurección. Hombres y mujeres se reunían al alba y recorrían las calles del pueblo rezando y cantando unas coplillas. Las campanillas sonaban por las calles a las 4.30 de la mañana, para avisar a todos aquellos que quisieran ir a rezarlo que era la hora de levantarse. A las 5 de la mañana los cantores y cantoras empezaban el recorrido con las coplillas del día correspondiente, pues algunas festividades tenían las suyas propias. En el mes de abril del año 1931 se proclamó la II República en España, que se declaró aconfesional, por lo que decidió prohibir todas las manifestaciones religiosas públicas.
Resulta que en Campo se continuó celebrando el rosario, como si nada, pero ocurrió que, amparado por la nueva ley, un vecino del pueblo al que le molestaba que se le despertara con campanillas y canciones, cuando lo que él quería era dormir, presentó una denuncia ante la autoridad correspondiente para que se acabara con esos rezos. El Gobernador Civil, le dio la razón al vecino y prohibió que volviera a celebrarse el Rosario de la Aurora, costumbre que no volvió a restablecerse hasta el año mil novecientos treinta y nueve, terminada la guerra.
Si hasta aquí podría considerarse un asunto relativamente razonable, el final de esta historia no lo es, pues las autoridades no se limitaron a establecer la prohibición de celebrar el rosario, sino que encerraron en la cárcel de Huesca al párraco de Campo, D. José Español, por celebrar actos públicos religiosos. Hay que decir, en honor de nuestros paisanos, que todo el pueblo reaccionó unido y una comisión de hombres, entre los que se encontraban creyentes y no creyentes, marchó a la capital a defender a su párroco ante el Gobernador.


El Gobernador accedió a la petición popular y dio la libertad a D. José Español, que se reintegró rápidamente a su trabajo en Campo. Pero, cosas del destino, alcanzando la libertad encontró la muerte, porque poco después fue asesinado, concretamente en el año 1936, al estallar la Guerra Civil.





(Información: Antonio Castel Ballarín. Fotos: M. J.Fuster, Jose Murciano )


2 comentarios:

  1. bueno, lo de que "todo el pueblo reaccionó unido" se debe de referir a "todo el pueblo" menos el vecino que lo había denunciado, ¿no?

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  2. Buena apreciación, el denunciante no creo que se uniera ni apoyara al grupo que marchó a Huesca... Aunque quizás se arrepintió de la denuncia pues, estando en todo su derecho de hacerlo, no creo que imaginara que las cosas iban a llegar tan lejos.
    Resumiendo, rectifico, y donde dije "todo el pueblo reaccionó unido", digo "casi todo el pueblo reaccionó unido".

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