jueves, 28 de junio de 2018

Maderista o maderero



Comercialización de la madera en rollo
  
Joaquín Fuster Auset en Campo (Huesca)
La comercialización consiste en llevar los productos obtenidos a partir de una materia prima, que en este caso es la madera, hasta el cliente o consumidor, que los necesita para satisfacer diferentes necesidades. En realidad, la primera transacción que se lleva a cabo en este proceso de la comercialización de la madera es la venta de los árboles. Viene después otra transacción comercial: éstos árboles transformados en trozas y residuos se venden a determinadas industrias, ya sean serrerías, papeleras, etc. Y un escalón más en este proceso, es la venta que hacen las serrerías, papeleras, etc. de la madera aserrada, papel, etc.
 Tiempo atrás, la madera se encontraba omnipresente en todas las actividades humanas. Si era indispensable para construir las casas de nuestros antepasados (junto con la piedra), también se necesitaba para hacer los útiles de trabajo (en muchos casos junto al metal), o para construir carros, puentes, etc. Así pues, la madera se utilizaba como materia prima, como combustible, como herramienta. En siglos pasados el hombre podía auto abastecerse para cubrir estas necesidades, después, cuando leyes y ordenanzas lo impidieron, surgió una nueva actividad profesional para satisfacer esta demanda, que fue la de maderero o maderista.
Se llama madera en rollo la madera sin transformar, tal como se presenta una vez apeado el árbol, con o sin corterza, y puede ser redonda, rajada, escuadrada o en otras formas. En el mercado español se distinguían con los nombres de rollos, rollizos, cabríos y maderos redondos, los palos descortezados de pino, pinabete, chopos, castaño, etc. cuyas dimensiones oscilaban entre 2 y 12 m. de longitud y de 6 a 55 cm. de diámetro, piezas que recibían diferentes nombres según la provincia.
En Aragón, antes de que se implantara el sistema métrico decimal, existía todo un sistema de medición, con su terminología propia, con el que se designaba cada tronco según lo que medía: al docén le correspondían 12 medias varas de largo y nueve dedos de diámetro, es decir, aproximadamente 4,80 m. de largo. El tronco del catorcén medía 14 varas de longitud y un diámetro de 10 a 13 dedos, unos 5,40 metros de longitud, etc. Otras denominaciones eran las entenas, trallos, etc.
La madera en rollo destinada a fines industriales puede presentarse en estado natural una vez apeado el árbol con o sin corteza (por ejemplo los postes de transmisión), o bien utilizarse como materia prima, destinada a convertirse en producto industrial (madera aserrada, pasta, etc.). 
Al iniciarse el siglo XX la madera en rollo que más se comercializó fueron los postes, que se necesitaban para la instalación de las líneas telegráficas, telefónicas y de conducción eléctrica. Se empleaba para ello la madera de pino creosotado y castaño bravo.
Comida en el monte con los picadores

Sierras funcionando con electricidad. En qué consistía la nueva tecnología, dónde se compraban las nuevas aserradoras

Con la utilización de la energía eléctrica se introdujeron las sierras de movimiento continuo, de las que, básicamente, había dos tipos. Las llamadas sierras circulares o de disco y las sierras de cinta
La sierra de disco constaba de la hoja, que era un disco de acero dentado en su circunferencia, montado sobre un árbol motor. Se empleaba para realizar cortes longitudinales, transversales y con ranuras.
La sierra de cinta, inventada en 1811, no se difundió hasta que no se le aplicaron las mejoras introducidas por Périn, hacía el año 1848. Dado su gran rendimiento, fueron estas sierras de cinta las que más se difundieron y los fabricantes de las mismas las adaptaron a todo tipo de trabajo, presentándose fundamentalmente como sierras de carro, destinadas al aserrado y tableado de troncos y piezas grandes, y sierras de mesa, para los trabajos de taller.
La sierra de cinta, que son las más usadas actualmente, está formada por una cinta de acero que gira sobre dos poleas dispuestas en el mismo plano vertical. La tensión de la hoja se consigue mediante el ajuste de la separación de las poleas. La cinta suele estar recubierta para evitar que su rotura pueda provocar accidentes. La mesa de trabajo contiene guías que permiten dirigir la madera durante el corte. Se emplea para cortes longitudinales.
En las antiguas sierras de carro que se encontraban en nuestros pueblos, los carros eran de madera, de unos dos metros de longitud y provistos de ruedecillas metálicas, que se deslizaban por unos raíles también metálicos, y eran empujados por un hombre por carro, que eran los serradores. Los raíles estaban más bajos que el suelo con lo que se facilitaba el manejo de los troncos a la hora de ponerlos sobre los carros, y llegaban a tener hasta veinte metros de longitud. Se procedía al aserrado de la manera siguiente: Primero se cortaban los troncos en los largos adecuados. Una vez cortados, se acercaban a la galera. La galera estaba pensada, en principio, para tres personas. Una de ellas era el oficial de primera, que era el que disponía la posición del tronco en los carros de arrastre, y una vez el tronco dispuesto se procedía a su arrastre para el aserrado. Era ese operario el que dirigía la madera en la buena dirección, con el fin de que se consiguiera un rendimiento óptimo de la madera una vez serrada, en función de la sección que se le iba a dar. Otros dos operarios le ayudaban en esta labor. Cuando la sierra había terminado su cometido, los operarios separaban la pieza aserrada y retornaban la galera al punto inicial. El salario era diferente para el oficial de primera y para los trabajadores que le ayudaban.
Hay que llamar la atención sobre el hecho de que para evitar pérdidas en el aprovechamiento del tronco, así como para conseguir mayor calidad, había diferentes maneras de presentar el tronco a la sierra, ya que la calidad de las tablas o tablones que se obtienen de cada tronco está en función de la distancia que le separa del corazón del mismo, que favorecerá o neutralizará la tendencia de la madera a alabearse o contraerse. Por ejemplo, un sistema poco recomendable era precisamente el más simple; es decir, el que buscaba obtener las tablas haciendo cortes paralelos de arriba a abajo. La experiencia de los profesionales adoptó otros sistemas de serrado, que llegaron a ser los más utilizados, como el cuarteado y el radial. Con ellos se aprovechaba bien la mayor parte del tronco y se evitaba hacer muchos recortes, eliminaban los desperdicios al máximo y además rompían las líneas de fuerza de las fibras, que serían las responsables de que se deformaran las tablas.
También la experiencia puso en evidencia que había maderas más fáciles de serrar que otras. El fresno, pino, plátano y otras, entre otras, por ejemplo, presentaban mucha menos dificultad que el haya, que a veces por su dureza natural y dependiendo del estado de humedad resultaba muy dificil de trabajar. La carrasca también mostraba mucha resistencia a la sierra, pues es una madera muy dura. Se utilizaba sólo para las guías de sierra y para los diferentes cepillos de carpinteros.
Las primeras máquinas de serrar que hubo en Campo se compraron en Zaragoza, en la firma “La Industrial Mecánica” que pertenecía a Abraín Hermanos. Fueron ellos los que abastecieron a la casi totalidad de las industrias del ramo de la madera en el Pirineo Central. 
Esta casa, fundada en 1922, empezó su andadura inspirándose en maquinaria extranjera que era adaptada a las necesidades locales. Su aceptación en el mercado les permitió desarrollar tecnología propia y fue gracias a su experiencia y profesionalidad como consiguieron introducir mejoras importantes en máquinas conocidas y también crear nuevos modelos. Citemos, entre una de las mejoras más eficaces debidas a su ingenio, el diseño de la vía ángulo para las vías por donde se deslizaban las vagonetas de las sierras, pues hasta que se encontró esta solución el serrín se acumulaba en dichas vías y obstaculizaba el deslizamiento de las vagonetas, originando muchos problemas.
Para abaratar el precio de las máquinas de serrar, “La Industrial Mecánica” les facilitaba los planos de las máquinas a los clientes, así ellos podían construir el esqueleto o armazón de las sierras en madera, y la empresa les servía en metal sólo lo estrictamente necesario. La madera que recomendaban para esas construcciones era siempre la carrasca, por ser la más dura.  En “La Industrial Mecánica” las cintas de las sierras las hacían con flege que importaban de Suecia. Venía en rollos de 200 metros y en la empresa zaragozana le hacían el dentado específico para cada uso.
Lo que también es importante saber, al hablar de las serrerías, es que en España había unas disposiciones que impedían que se establecieran éstas cerca de los montes. Por referirnos a un caso concreto, podemos repasar el expediente de la solicitud que José Canales Fillat hizo en el año 1939 para poder instalar una serrería mecánica en Campo. En el informe que firma el ingeniero del Distrito Forestal encargado del caso, se dice: 
“Que aunque el referido terreno se halla a menos distancia de 5 kilómetros del límite exterior de montes de utilidad pública, se encuentra a mayor de las masas arboladas de los referidos montes”.
Otro aspecto en el que se hace hincapié atañe al control y vigilancia a la que estaban sometidas todas las talas que se efectuaban, lo que se pretende llevar a cabo controlando la madera que llegaba a las serrerías. Así, en este mismo escrito al que estamos haciendo referencia, se dice: 
“Que la vigilancia de las maderas que se elaboren en la serrería se puede ejercer fácilmente por haber un guarda forestal en Campo, y los productos tener que pasar necesariamente por la carretera”.
Y entre las condiciones que imponen las autoridades forestales al expedir el permiso solicitado, figura en primer lugar:
 “1°- No se podrá impedir la entrada e inspección en la referida fábrica al personal de la Guardia Civil y Guardería forestal y personal dependiente de este Distrito forestal, aunque no lleve el mandamiento judicial correspondiente”.


viernes, 22 de junio de 2018

Colores por todas partes

Ya es verano 

Mi madre puso una variedad de rosas miniatura en la casa de la sierra, bueno, de la serrería. Hizo una estructura de metal para cubrir la terraza y cuando llegaba el verano todo se llenaba de flores rojas. Mi hermano Fernando las puso en su casa, en Nueno. Ahora ya no están ellos, pero las rosas siguen acudiendo puntuales a su cita. Las de Nueno.
kk

Fotos de mi cuñada, Angeles Navarri ¡gracias Angeles!