sábado, 4 de junio de 2011

El monte y la industria






El primer paso en el proceso de comercialización de la madera es la venta de los árboles en el monte. Posteriormente, la transacción comercial continúa tanto con la venta de la madera en rollo como con la transformación de los troncos en madera aserrada.
Se llama madera en rollo la madera sin transformar, tal y como se presenta apeado el árbol, con o sin corteza. En Aragón, antes de que se implantara el sistema métrico decimal, existía todo un sistema de medición con terminología propia, con el que se designaba cada tronco según lo que medía: al docén le correspondían 12 medias varas de largo y nueve dedos de diámetro, es decir, aproximadamente 4,80 m. de largo. El tronco del catorcén medía 14 varas de longitud y un diámetro de 10 a 13 dedos, unos 5,40 metros de longitud, etc. Otras denominaciones eran las entenas, trallos, etc.
Al iniciarse el siglo XX la madera en rollo que más se comercializó fueron los postes, que se destinaban a la instalación de las líneas telegráficas, telefónicas y de conducción eléctrica. Se empleaba para ello la madera de pino creosotado y castaño bravo.


La madera aserrada es la madera transformada ya en producto industrial. Las sierras para cortar madera presentan gran diversidad, básicamente podemos decir que pueden ser sierras de mano, como los simples serruchos, tronzadores, sierras de arco, de bastidor, motosierras actuales, etc. destinadas a trabajos de apeo, tronzado y encuadrado de los troncos, y se utilizan principalmente en el bosque y sierras mecánicas, susceptibles de diferentes divisiones y cuya función es aserrar los troncos, llevar a cabo trabajos específicos de carpintería, etc.
Las primeras sierras mecánicas que hemos encontrado mencionadas en documentos son las sierras de agua y se hace referencia a ellas principalmente en inventarios de molinos o en sus contratos de arrendamiento. Aunque no se ofrece ninguna descripción de sus características técnicas, al menos nos permiten comprender el ámbito en el que se produjo su implantación y su posterior evolución.
Madoz, en su "Diccionario Estadístico-Geográfico-Histórico" (1845-1850) menciona la existencia de la serrería de Campo, concretamente dice que hay "una sierra de agua para cortar madera", instalada al lado del molino. Gracias a la instancia firmada por Miguel Blanch Galindo, vecino de Campo, dirigida al Distrito Forestal de Huesca con fecha 25 de septiembre de 1935, conocemos también la existencia de una sierra en el Valle de Lierp, aunque no se menciona en el referido Diccionario. En dicha instancia, después de abordar otros asuntos, se dice:
"Al mismo tiempo, ruego a V. S. me autorice aserrar la expresada madera en una sierra que tiene instalado hace más de cien años el vecino del valle de Bardají Dionisio Campo, a orillas del río Rialvo. De no autorizar al recurrente lo solicitado se le irrogarían grandes perjuicios por no haber otra vía de saca que el mencionado camino, y en segunda, de no efectuar el aserrío en la expresada sierra, tendría que arrastrar la madera en bruto unos 8 quilómetros por ríos muy costosos para conducirla al taller más próximo".
En los pueblos de montaña, donde se contaba con materia prima abundante, eran normalmente los concejos o ayuntamientos los que se preocupaban de instalar una sierra para atender las necesidades locales o de todo el valle. Estas serrerías las daban en arriendo, habitualmete por uno o dos años y en el contrato se fijaba, entre otras cosas, el precio que el aserrador podía cobrar por su trabajo.
Las primeras máquinas de aserrar que hubo en Campo se compraron en Zaragoza, a la firma "La Industrial Mecánica" que pertenecía a Abrain Hermanos. Esta casa, fundada en 1922 empezó su andadura inspirándose en maquinaria extranjera y adaptándola a las necesidades particulares de cada zona- Para abaratar el precio de las maquinas de serrar, "La Industrial Mecánica" facilitaba los planos de las máquinas a los clientes, así ellos construían el esqueleto o armazón de las sierras en madera y la empresa les servía en metal sólo lo estrictamente necesario. La madera que se utilizaba para esas construcciones era siempre la carrasca, por ser la más dura.
Es interesante saber que en España existían unas disposiciones que impedían que se establecieran las serrerías cerca de los montes. El motivo de esta prohibición era reforzar la vigilancia de la madera que entraba en las serrerías, para aumentar el control sobre las talas. En el año 1939 encontramos el expediente de solicitud que José Canales Fillat hizo para poder instalar una serrería mecánica en Campo. Del informe suscrito por el ingeniero del Distrito Forestal encargado del caso, entresacamos las siguientes observaciones:"Que aunque el referido terreno se halla a menos distancia de 5 kilómetros del límite exterior de montes de utilidad pública, se encuentra a mayor de las masas arboladas de los referidos montes·".

"Que la vigilancia de las maderas que se elaboren en la serrería se puede ejercer fácilmente por haber un guardia forestal en Campo y los productos tener que pasar necesariamente por la carretera".
Y cuando finalmente las autoridades forestales expiden el permiso solicitado por José Canales Fillat, viene, entre otros, con el siguiente requisito:
"1º- No se podrá impedir la entrada e inspección en la referida fábrica al personal de la Guardia Civil y Guardia forestal y personal dependiente de este distrito forestal, aunque no lleve el mandamiento judicial correspondiente".
Mucha de la madera transformada en Campo abastecía los mercados de Barcelona y Zaragoza, y sólo una pequeña parte atendía la demanda local (carpinterías, construcción,etc.).

(Fuente: Fernando Fuster. Fotos pertenecientes a: M. J. Fuster, Eugenio Campo)
Para mayor información, puede consultarse "De oficio maderista" en la web de Campo


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