


Un mirador del Altoaragón



e cuando menciona las "encinas de Avellaneda" se refiere a las bellotas de las encinas del monte Avellana.
pezar la recogida. 

Fuente de la Coma (Campo)



ndo, hasta acabar poniéndolos en conserva partidos por la mitad...
proceso de secado, se guardaban los orejones en "morralitos" de tela para que conservaran el perfume y color durante todo el invierno.

Con la madera hacía los marcos de las puertas y ventanas, ventanos, postigos, aleros de los tejados y hasta algunos adornos: un banco, unos maceteros, un tonel.. y las enredaderas que alegran las paredes.
Junto a las casas, no faltan algunos utensilios de trabajo, una escalera, una forca, hasta ropa tendida en la ventana, como si de verdad en las casas hubiera Vida.

(Tomateras del huerto del "Hotel Cotiella")
Hace unos años, apenas acabadas las fiestas de agosto se daba por terminado el verano y se empezaba a preparar la casa para los meses del invierno. Entonces, se recogían los frutos de los huertos y de los árboles para aprovisionar la despensa, aunque algunos de ellos necesitaban preparación previa para poder conservarse.
Por cierto, que el lugar donde su guardaban estas provisiones no siempre recibía el nombre de "despensa". La denominación que se le daba variaba bastante, dependiendo no sólo del tipo de estancia, sino, incluso de la costumbre y uso de cada casa. Se solía llamar "bodega" a un cuartet obscuro y más bien húmedo (solían estar en la planta baja o semisótano) que, además de servir para guardar algún tonel de vino, era el sitio donde se almacenaban las patatas, el aceite, el vinagre, etc. Se utilizaba el nombre de reposte o "granero" para denominar una estancia, casi siempre orientada al norte y bien aireada, que solía estar en la planta alta junto a las habitaciones y era allí donde se depositaban los frutos atados en racimos y colgados del techo (uvas, peras, manzanas), la insundia, las longanizas, el jabón, los botes de conserva, las nueces, las olivas, los ajos, en fin, todas las reservas de la casa.

Sea cual fuera el lugar y denominación utilizados como despensa, una de las provisiones que no podía faltar en ningún hogar era el tomate embotellado, ya que era imprescindible en todos los sofritos y en muchos guisos. Aprovechando el momento de mayor abundancia de ellos, a finales de agosto o en septiembre, se procedía a preparar la conserva, hirviéndolos (entonces se utilizaba un conservante llamado "tomatol", que actualmente está prohibido) y pasando después la pulpa obtenida a las botellas y botes de cristal esterilizados.
de lo había cocido, hasta la botella donde iba a guardarlo (con la ayuda de un embudo y una espátula de madera), se le ocurrió servirse del dedo para introducir un trocito de tomate que no quería pasar por el embudo pero, lo hizo con tanto ímpetu que metió todo el dedo dentro de la botella y después no lo podía sacar... Al principio nos lo tomamos a risa, pero cuando ella ya llevaba un rato paseándose por casa con la botella de tomate colgada de la mano, embudo incluído, empezó a cundir el pánico en la familia.


El día 7 de agosto, un viernes, los intrépidos participantes caminaron hasta el Puerto y la Ermita de las Aras (al lado del Turbón y en las estribaciones del Isábena), guiados por un buen conocedor de la ruta: Joaquín Ballarín (Joaquín de "casa Mercedes", para todos los del pueblo).
El día 11 de agosto, un numeroso grupo de animados excursionistas pasaron el día en la Puebla de Castro (¡Tomás y Magda no se lo quisieron perder!).
Visitaron la Iglesia Parroquial de la Puebla de Castro, bajo la advocación de Santa Bárbara y la ermita de San Román de Castro, que fue asiento de castillo e iglesia antes de que se levantara la edificación actual (reedificada en el siglo XIII) y ...
los Yacimientos arqueológicos de Labitolosa que se extienden por una superficie de 12 hectáreas en el macizo Cerro Calvario, cerca de las confluencias del Isábena y Esera, y en la entrada del Barranco de Castro que conduce al Valle del río Cinca. Estos trabajos de excavación comenzaron en 1991.
Ese mismo día también aprovecharon para acercarse a Abizanda, donde pudieron admirar el espectacular emplazamiento de su sistema defensivo y las edificaciones. No faltó una visita al Museo de Títeres, con espectáculo incluido. ¡Y comida en un restaurante!
El día 13 de agosto los excursionistas se dirigieron a Naspún y Senz.
