martes, 5 de enero de 2021

Una sociedad "cosmopolita"

2. ¿Quiénes fueron los pobladores?


              

Con la misma fecha de la Carta Puebla del 2 de abril de 1297, el abad Bernardo de San Victorián redactaba otro documento en el que se establecían las directrices que se debían seguir para fundar una nueva villa en el término de Campo, sobre el núcleo poblacional ya existente. Y, además, hacía un llamamiento para instalarse en la nueva localidad a todos aquellos que habitaban en el entorno. Para subvenir a sus necesidades y dar un medio de vida a esa población que iba a instalarse en el nuevo núcleo poblacional, se procedía al reparto del territorio. La cantidad de caputmansis que se pretendía crear (caputmanso era el conjunto de explotación agrícola formado por  la casa y la tierra) se fijaba en doscientos, lo que suponía un número importante de habitantes. Cada poblador, recibiría una parcela en el pueblo y un lote de tierra en el entorno.


No se pretendió en ningún momento borrar las desigualdades sociales existentes, así es que se pactó con los castlanes del castillo la manera de mantener su estatus dentro de la nueva jerarquía social: ellos, a cambio de obtener parcelas urbanas y agrícolas en la nueva localidad, conservar el alodio asociado al castillo de Sin y poder vender libremente las parcelas que lo constituían sin pagar nada al abad, además de otros privilegios,  aceptaban el nuevo reparto de tierras y los monopolios del monasterio.


Además de las concesiones a los castlanes, en la Carta de Puebla se hacía hincapié en los privilegios que iban a gozar la totalidad de los nuevos moradores del pueblo. Entre otras cosas, se ofrecía una larga lista de impuestos de los que estarían exentos todos los que se instalaran en la nueva localidad. Hay que precisar, de todos modos, que en la larga enumeración se mencionan algunas cargas que ya no estaban vigentes, incluso se enumeraba varias veces la misma con distinto nombre, pero es que de lo que se trataba era de que pareciera una oferta atractiva e incentivara la llegada de nuevos pobladores, ya que no eran fácil en aquella época conseguir los habitantes necesarios para ocupar las 200 casas que se ofertaban. 

Hay que señalar también, que aparte de los beneficios económicos, resultaba igual de atractivo para los campesinos el hecho de liberarse de ciertas exigencias señoriales que pesaban sobre ellos, como ahorrarse los servicios de hueste y cabalgada, supresión de la pecha, cuestia y novena, cenas y albergues, y lezdas y tributos que pesaban sobre las transacciones comerciales, que se eliminaban para favorecer la actividad comercial en la villa. En fin, los campesinos no llegaban a poder equipararse a los hidalgos, pero en algunos aspectos podían considerarse privilegiados. Que es de lo que se trataba. 

Benedictinos

En la Carta Puebla se recogían las firmas de un número importante de nuevos moradores. Casi todos los firmantes se identificaban con el nombre propio y el lugar de procedencia. No podía ser de otra manera porque,  bien sabemos que la fijación de los apellidos no tuvo lugar hasta después del Concilio de Trento (siglo XVI). Por otra parte, muchos de los apellidos se formaron precisamente así, por la utilización de los topónimos. Entre los nombres de lugares y personas que encontramos en la larga lista, mencionaremos a:

Juan de Espluga de Navarri, Miguel de Pociello, E. de Arán, Alegre hijo de Espluga, Doménico de las Eras, Pedro de Aguilar, Juan de Espluga, Domingo de Ballovar, Domingo de Piniello, Guillermo de Roda, Bernardo de Arán, Bartolomé de Villar, Domingo de Pano de Espluga, Pedro Serra, Domingo Ontiéza, Bartolomé de Podio y su hijo Pedro, Juan de Villar, E. Sancho,  Juan de Solanilla, Pedro de Mur, Bartolomé de Villas, Mateo de Navarri, Bernardo de la Porta, Juan de Ciresa, E. San Martín, Lorenzo hijo de Juan de Espluga, Juan de Pedro de Juan Gallart, Jacobo de Villar,  García del Plano, Domingo del Plano, Jacobo de la Serra, Donot de Liena, Policarpio de Senz, García del Plano, Edmundo de Villaplana, Domingo de Liri de Ciallas, Guillermo Ferrrer, Bernardo de la Almunia, Domingo de la Almunia, Juan de Liri, Andrés de Illa Murria, Pedro Pueyo Domingo de Bastaras, Bernardo de Mora, Raymundo de Esterún, Tomás de Bacamorta, Dulce hija de María San Martín...

En fin, unos orígenes bien variados para los fundadores de Campo,  que seguro que habrán dejado su impronta en la identidad del pueblo recién fundado y en el modo de ser de nuestros ancestros.

Fuente: Tesis doctoral de Guillermo Tomás Faci. Fotografías del Monasterio de San Victorián, gentileza de Jose Murciano.  


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