miércoles, 27 de noviembre de 2019

EL VIENTO

Con pocos simpatizantes, en la montaña


Mi padre contaba un cuento, no sé de dónde lo sacó. Era así: 
En Campo, hace ya algunos años, vivía Manuel, un pastor que tenía en propiedad un pequeño rebaño. Estaba pendiente de sus animales y puede decirse que los mimaba. A veces, cuando llegaban las lluvias de la primavera y la lluvia que caía del cielo formaba ríos con la que brotaba de la tierra, los vecinos de Manuel, le veían abrir la puerta de su corral para sacar las ovejas, y no podían evitar decirle:
- Manuel ¿no querrás salir al monte un día como hoy? ¿no ves la que está cayendo? 
Y Manuel, siempre amable, les decía:
- Pero si los animales son como críos, disfrutan chapoteando con el agua. Además, el agua hace bien a todos.
En pleno verano, cuando el sol estaba en todo lo alto y achicharraba con sus rayos todo lo que se movía por allí abajo, los vecinos veían atónitos como Manuel sacaba a pastar a las ovejas, y le querían disuadir de que saliera:
- Anda, Manuel, que se te van a derretir los pobres bichos, y tú ¡lo mismo! Pero, ¿no ves el calor que hace? por un día que se queden en casa los animales no pasa nada, ya los tienes bien paseados.
- Sí que hace calor, sí, pero los animales son listos y ya saben buscarse el fresco y, además, les hace bien salir un rato.
Y hablando de frío, cuando llegaba el invierno, un año tras otro y el monte se ponía blanco, ni la nieve ni las heladas  detenían a Manuel que, bien abrigado con su zamarra y tapabocas, sacaba al rebaño.
Pero un día no fue así. Nadie vió salir de su casa a Manuel y los vecinos se preocuparon. ¿Qué le habrá pasado? ¿No estará enfermo? No esperaron mucho en llamarle:
- ¡Manuel! ¡Manuel! ¿estás bien? ¿qué te pasa? ¿por qué no has salido?
Y Manuel les respondió:
- Hoy mejor quedarse en casa, hace viento.
Y es que, según mi padre nos explicaba, el viento no es bueno para casi nadie. Reseca las plantas, corta las ramas, deja árida la tierra, desordena, tira, arrastra... Cambia el humor de las personas, agudiza dolores del cuerpo... Y es que ya dice el refrán "mientras no hay viento, no hay mal tiempo".
(Y que nos perdone el viento, porque esto es un cuento).



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