domingo, 23 de agosto de 2020

A la fuente

A buscar agua,

a merendar,

a pasar el rato 

Hace unos cuantos años, digamos para ser más exactos en la década de los 50, 60 y principios de los 70 (antes no lo sé, y después tampoco), los vecinos de Campo dedicaban mucho tiempo y muchos pasos a ir a las fuentes que había en torno al pueblo.  Se iba allí a buscar agua, pero también era una manera de hacer una buena caminata, merendar con la familia o los amigos y pasar un rato agradable.

La fuente de la Coma.- Era y es la más apreciada. Esta a cierta altitud en la montaña del Obago y se subía por un empinado camino. Posteriormente se hizo una pista, que permitía llegar hasta muy cerca de la fuente con automóvil. Desde allí arriba, se disfruta de una bonita vista de nuestro pueblo, con el Cotiella al fondo y el Rialgo, abajo, en primer plano. 

La fuente del Chorro, o del Churro.- Situada en la antigua carretera de Campo  a Murillo, poco antes de llegar al puente roto que conducía a Navarri. Sale por un caudaloso chorro, directamente del interior de la roca del Obago 

Fuente de Catalina.- Se encontraba en una finca de la familia de Justo Catalina. Salía el agua a poca altura del suelo, lo que no permitía llenar las garrafas fácilmente. Este lugar, tenía la gran ventaja de que era de fácil acceso para niños y personas mayores, y por eso muchos grupos familiares la elegían para ir a merendar y pasar un rato al aire libre. 

Fuente de las Comadres.- Se encontraba a la derecha de la carretera que llevaba a Murillo de Liena, creo que era una filtración del agua de la Coma. Salía poco caudal de agua y a poca altura.

Por la mañana iban a la fuente aquellos vecinos que disfrutaban yendo a buscar agua buena para la familia y, de paso, atendían las peticiones de amigos y conocidos... Estos voluntariosos y voluntariosas transportistas, caminaban rápido y llevaban un par de garrafitas en cada mano. Muchas veces recurrían a un "remolque" de tres ruedas, que había que empujar, y así aprovechaban bien el viaje. 

Por las tardes ya era otra cosa. Los que iban a la fuente eran bulliciosos grupos familiares o de amigos, cargados con pocas garrafas pero con algunas cestas, donde llevaban la merienda, chaquetas por si refresca, gorras por si les da el sol, etc. Las señoras iban vestidas un poco "casual", pero arregladas, y los varones de cierta edad llevaban sombrero y se ayudaban de un bastón, que hacía elegante. Todo el mundo se saludaba y se intercambiaban las frases de rigor:

- ¿Ya nos habéis dejado un poco de agua para nosotros -preguntaban jovialmente los que iban a la fuente- o os la habéis bebido toda?

-  Tranquilos -contestaban los que volvían- que aún queda. No os la beberéis toda, no...

Y así, con la excursión a la fuente, pasábamos una tardes estupendas por el importe de 0 pesetas...


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