La ermita, el arco y el pedrizo

San Antonio Abad

En Campo hay una ermita en la entrada del pueblo que está dedicada a San Antonio Abad, al que se le tiene mucha devoción. Antiguamente, el edificio tenía un porche de piedra adosado a su fachada y dentro del porche, en el lado opuesto a la entrada de la iglesia, había un banco de piedra.

(Foto gentileza de E. y J. A. López)

San Antonio Abad es el patrón de los animales y el 17 de enero se celebra la fiesta a él dedicada. Antiguamente se contaba con la participación de todos los vecinos en las diversas actividades que se organizaban para esta ocasión. Los actos religiosos se iniciaban el día anterior por la tarde, día 16, con el rezo del rosario en la ermita del Santo. El día de la festividad se sacaba en procesión la imagen de San Antonio desde la ermita hasta la iglesia parroquial, donde se celebraba la misa. Una de las coplas que se cantaba eran estas:

"De desgracias a los fieles cristianos,

San Antonio gran Santo dignaos librar,

ya ves cómo esta cristiana villa de Campo

te honra en este día con solemnidad...".

Después de la misa, niños con capazos o canastas pasaban casa por casa por todo el pueblo, acompañados por una persona del ayuntamiento, y pedían una contribución. Los vecinos colaboraban como mejor les parecía, hay quien daba unas longanizas, unos chorizos, tortas, panes, botellas de vino o licores, ropas, calzados, frutos secos, un pastel, etc.

Por la tarde, después de comer, se procedía a la subasta en la Plaza Mayor, donde se concentraba buena parte del vecindario, especialmente hombres y niños y, para poder asistir a este acto, venían también de los pueblos de los alrededores.

Para proceder a la subasta, se colocaba frente a la puerta del señor Mascaray, que era la tienda de "El Barato", una larga mesa con un mantel sobre la que se depositaba todo lo que se había conseguido con la recaudación de la mañana. Estaba presidida por el alcalde y el párroco, con otros miembros de la corporación municipal. El producto de lo recaudado en la subasta se entregaba al párroco para conservación y culto de la ermita del Santo.

Además de ser un lugar de culto, como todavía lo es actualmente, el porche de la ermita cumplía una función social, pues, entre otras cosas, era un lugar de encuentro donde sentarse un rato a hacer una charradeta con un vecino o donde los días de lluvía los niños encontraban refugio para jugar.

Cuando había cine en Campo, se instalaron allí en el arco del porche unos altavoces, a través de los cuales se podía escuchar la música que se emitía antes del inicio de cada sesión.

(Información: Antonio Castel. Fotos de J. A. y E. López, Antonio Castel y M. J. Fuster).