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miércoles, 21 de noviembre de 2012

Elecciones del 31



La política y los políticos



A las elecciones para Cortes Constituyentes celebradas el 28 de Junio de 1931, se presentó una coalición formada por el Partido Republicano Radical (PRR), Partido Republicano Radical Socialista (PRRS) y otros grupos de menor entidad. En la lista de los resultados publicada en "El Diario de Huesca" del 30 de Junio, dos días después de los comicios, bajo el titular "FECHA MEMORABLE. EN HUESCA Y LA PROVINCIA LA JORNADA ELECTORAL TRANSCURRIÓ CON ABSOLUTA TRANQUILIDAD" aparecen solamente los votos obtenidos por la formación de los Radicales (detallándose los que ha recibido cada candidato), y la formación de la Insurrección.  Vemos que los votos encabezados por los Radicales, se reparten así:
Alejandro Lerroux García, 54. Rafael Ulled Altemir 59. Pío Díaz Pradas, 40. Joaquín Mallo Castán, 70.
Para "Insurrección" no se obtuvo ningún voto, a pesar de que figuraba en cabeza de lista Francisco Galán Rodriguez, hermano del joven capitán Fermín Galán, uno de los protagonistas de la Sublevación de Jaca, cuyo fusilamiento había causado gran conmoción.
Curiosamente, el sr. Joaquín Mallo Castán, industrial nacido en Chía, contó con más votos en Campo que en su pueblo natal, Chía, donde repartieron sus preferencias de forma muy igualada: Lerroux, 62; Ulled, 62; Díaz 62 y Joaquín Mallo, 63.  Por cierto, que la vida de éste paisano nuestro, Joaquín Mallo, también es curiosa. Fijándonos solo en sus últimos episodios, recordemos que fue votado diputado en tres legislaturas, la última la de 1936-39. Con el estallido de la guerra civil y la evolución de los hechos, bélicos y políticos, el 28 de febrero de 1938 se dictó un edicto por el Juzgado Instructor de Huesca por el que se procedía a la incautación de todos los bienes del sr. Mallo, a la vez que se le  declaraba en paradero desconocido. Parece ser que murió al poco tiempo de marchar a su exilio, en un pueblecito francés.
 (Fuente: Hemeroteca "Diario del Altoaragón". Foto de Alejandro Lerroux)

miércoles, 1 de junio de 2011

La Iglesia, el pueblo







y cosas para no olvidar








En Campo siempre ha estado muy arraigada la costumbre del rezo del Rosario de la Aurora. Se celebraba todos los domingos comprendidos desde el 12 de octubre hasta la Pascua de Resurección. Hombres y mujeres se reunían al alba y recorrían las calles del pueblo rezando y cantando unas coplillas. Las campanillas sonaban por las calles a las 4.30 de la mañana, para avisar a todos aquellos que quisieran ir a rezarlo que era la hora de levantarse. A las 5 de la mañana los cantores y cantoras empezaban el recorrido con las coplillas del día correspondiente, pues algunas festividades tenían las suyas propias. En el mes de abril del año 1931 se proclamó la II República en España, que se declaró aconfesional, por lo que decidió prohibir todas las manifestaciones religiosas públicas.
Resulta que en Campo se continuó celebrando el rosario, como si nada, pero ocurrió que, amparado por la nueva ley, un vecino del pueblo al que le molestaba que se le despertara con campanillas y canciones, cuando lo que él quería era dormir, presentó una denuncia ante la autoridad correspondiente para que se acabara con esos rezos. El Gobernador Civil, le dio la razón al vecino y prohibió que volviera a celebrarse el Rosario de la Aurora, costumbre que no volvió a restablecerse hasta el año mil novecientos treinta y nueve, terminada la guerra.
Si hasta aquí podría considerarse un asunto relativamente razonable, el final de esta historia no lo es, pues las autoridades no se limitaron a establecer la prohibición de celebrar el rosario, sino que encerraron en la cárcel de Huesca al párraco de Campo, D. José Español, por celebrar actos públicos religiosos. Hay que decir, en honor de nuestros paisanos, que todo el pueblo reaccionó unido y una comisión de hombres, entre los que se encontraban creyentes y no creyentes, marchó a la capital a defender a su párroco ante el Gobernador.


El Gobernador accedió a la petición popular y dio la libertad a D. José Español, que se reintegró rápidamente a su trabajo en Campo. Pero, cosas del destino, alcanzando la libertad encontró la muerte, porque poco después fue asesinado, concretamente en el año 1936, al estallar la Guerra Civil.





(Información: Antonio Castel Ballarín. Fotos: M. J.Fuster, Jose Murciano )