viernes, 15 de marzo de 2013

Presupuestos municipales


Control presupuestario

5 de Junio de 1879
"El secretario encargado accidentalmente del despacho del gobierno civil de la provincia, D. Domingo Ayuso, ha impuesto el máximum de la multa autorizada por la ley a los Alcaldes de los pueblos que no han remitido a aquella dependencia los presupuestos municipales para el ejercicio económico de 1879-1880, el cumplimiento de cuyo servicio recordó dicho funcionario, por circular que, llamándose Gobernador interino suscribió y apareció infinitas veces, allá por el mes de Marzo, en el periódico oficial.
Los Alcaldes multados por el Gobernador accidental han sido los de (transcribimos sólo algunos): Campo, Castejón de Sos, Coscujuela de Fantova, Merli, Valle de Bardají...
¿Por qué no aparece el Alcalde de Huesca en esta relación? Es un privilegio intolerable el no haber sido multado como los demás que han caido en falta por desobedecer las órdenes del Sr. Ayuso. Y que el Alcalde de la capital no ha remitido al Gobierno civil el presupuesto de 1879-90, se demuestra con decir que el Ayuntamiento aún no ha formulado su proyecto.
Múltese, pues, al Alcalde de Huesca y si no paga la multa a la cárcel con él".  
 
22 de Diciembre de 1883 
El boletín oficial de la provincia. Contiene el número de ayer:
- Circular del Gobierno civil de la provincia multando en 17 pesetas y 50 céntimos, por no haber remitido dentro del plazo que se les fijó los resúmenes del presupuesto de 1881-1882, a los alcaldes de (transcribimos sólo algunos): Campo, Ejea (Valle de Lierp), Foradada, Güel, Laspaules, Merli, Morillo de Monclús, Seira, Villanova...

 (Fuente: Hemeroteca "Diario del Altoaragón", notas aparecidas en "El Diario de Huesca")

lunes, 11 de marzo de 2013

Cosas de la guerra


y un recuerdo para todos aquellos jóvenes


La información que hemos encontrado sobre Joaquín Fuster Auset, nacido en Campo en 1913, nos parece muy esclarecedora sobre el sinsentido de la guerra. Los datos que nos brinda su expediente en la Prisión de las Capuchinas de Barbastro nos confirma lo que Basi, hermana de Joaquín, siempre nos había dicho: "En la guerra sufrimos la locura de los dos bandos. Los de izquierdas nos perseguían porque pensaban que éramos de derechas (creían que teníamos dinero). Los de derechas fueron por nosotros porque pensaban que teníamos ideas liberales (lo que significaba ser de izquierdas...").
Estos son los hechos de los que habla el dossier:
1. Acabada la guerra, Joaquín ingresa en la Prisión de Las Capuchinas el 5 de Octubre de 1939, a los 26 años. Tiene consejo de guerra el 17 de Febrero de 1940. Sale de prisión el 20 de Marzo de 1940.
2. Vuelve a ingresar el 10 de Diciembre 1940. Sale el 27 de Septiembre de 1941.
3. Muere el 28 de Noviembre de 1948, a los 35 años, a causa de las secuelas de la prisión.
Se acusaba a Joaquín y dos jóvenes más de Campo de haber participado en el arresto y posterior asesinato de otros vecinos. Los tres se defendieron diciendo que habían presenciado el arresto obligados por el presidente del Comité Antifascista, que no iban armados y que nunca llegaron a estar en el lugar donde se cometieron los crímenes. Finalmente (tras una injusta prisión), los tres fueron absueltos. Textualmente, ésta es la parte referente a Joaquín, similar en casi todo a la de sus compañeros:
"Joaquín Fuster Auset, vecino de Campo y de 26 años de edad, antes del Movimiento tanto él como su familia eran de ideas derechistas. Iniciado aquél, obligado por el Presidente del Comité le acompañó sin armas en un coche ligero la noche en que fueron asesinados varios vecinos en el Cementerio de El Grado, sin que se haya comprobado que el encartado participase o presenciase el fusilamiento; al día siguiente volvió al pueblo con los demás encartados y en cuanto se enteraron de que los detenidos habían sido asesinados, hizo la oposición al Comité junto con las demás personas de orden del pueblo, hasta lograr que sus componentes fueran destituidos y detenidos. El procesado también estuvo detenido por los rojos con anterioridad y, por sus ideas derechistas a punto de ser fusilado...".
Pobres jóvenes los de aquella generación, que se encontraron en medio de unos odios que no entendían. Joaquín estuvo en el Frente de Madrid y en la batalla del Jarama,  y en medio de aquella masacre se enamoró de una chica de Morata de Tajuña, con la que se casó. En eso tenía entretenida su cabeza por aquellas fechas, según hemos oído. 
(Fotos gentileza de Inma Sánchez y de Dorita Brunet)

martes, 5 de marzo de 2013

La fiesta del árbol

y todo el pueblo junto, para celebrarla 
 
Cuenta Antonio Castel, que fue en 1925 el año en que se celebró con mayor brillantez la Fiesta del Arbol en Campo, con la presencia de las autoridades municipales, maestros, escolares y todos los vecinos. Cada chico plantó un chopo en la llera del río, cerca de la Palanca. La plantacion resultó bien distribuida porque, previamente, se habían trazado líneas formando cuadros. Al final del acto fueron obsequiados todos con unas bolsas de caramelos, regalo que fue muy apreciado y que, en la foto que mostramos, se advierte que los niños lo muestran orgullosos en sus manos. A partir de aquél día, cada escolar tenía que cuidarse de regar "su" árbol, el que había plantado, hasta que ya fuera suficientemente alto.
Parece ser que en el primer país en que se celebró esta fiesta fue en Suecia, donde Jean Baptiste Jules Bernadotte (rey desde 1818) recogió la idea y simbolismo del "Arbol de la Libertad" extendida en Francia durante la Revolución. No obstante, la iniciativa de un Día del Arbol se difundió desde Nebraska (EE.UU), donde comenzó a implantarse en el año 1872. En España, el 4 de Enero de 1915 se instauró por Real Decreto  la obligatoriedad de celebrar esta fiesta en todos los términos municipales del Estado, pero la órden fue seguida de forma irregular. A principios de siglo XX, gracias al impulso dado por Joaquín Costa y las ideas regeneracionistas, se puso todo el empeño para que se volvviera a celebrar dicha fiesta. Concretamente, a partir de 1923, con la Dictadura de Primo de Rivera, esta celebración fue habitual en todos los pueblos, distinguiéndose los municipios altoaragoneses por su gran entusiasmo. Hay que destacar,  que las consignas oficiales insistían en que debía ser una fiesta de y para todos los vecinos, sin que importara la diferencia de ideas políticas, clase social, etc. Estaban especialmente invitados a involucrarse en esta iniciativa, tanto las autoridades religiosas (párroco), como las  civiles (médicos) y, sobre todo, los maestros.

(La foto de los vecinos de Campo en la Celebración del Día del Arbol, está datada por algunas personas en el año 1925, mientras que para otros es de 1923). 
 

sábado, 2 de marzo de 2013

La calle del Ballo

De arriba a abajo
 

 
 
 
 
 y de abajo a arriba
 

 
 
  
  

jueves, 28 de febrero de 2013

Oficio: Los Molineros (2)

los Auset


Los Auset eran una familia de molineros, de origen francés. Según se ha transmitido oralmente entre sus descendientes, fueron tres hermanos los que vinieron a Campo desde Plan para arreglar y hacerse cargo del molino y, después, uno de estos hermanos se fue a Perarrúa para atender el molino de ese lugar. Nos consta, también, que un José Auset fue el molinero de Sin durante el siglo XVII, pues aparece firmando como testigo en varios documentos. También tenemos información, gracias a Pilar Aused, que en Barbaruens dos hermanos Auset, de casa Mora d'Alto y el otro de casa Francha, compartían la explotación del molino.     
El primero que se estableció en Campo fue Joaquín Auset Pallaruelo, nacido en Plan, que se casó en primeras nupcias el 3-2-1830, con Raymunda d’Abad Ballarín y, al fallecer ésta a causa del cólera en 1855, volvió a casarse con María Lanau. Fue este Joaquín el que dió nombre a ‘casa el Molinero’ de Campo, según la mención que se hace en su registro de defunción, en la que se lee:no hizo testamento, pero los herederos de su casa, llamada del Molinero, quedan obligados a hacer por su alma sufragios según costumbre”.
Su hijo, Joaquín Auset Abad, fué también molinero y se casó dos veces, como su padre. Primero con Joaquina Güerri Canales y luego con Josefa Peiret Mur. En los años que él se encargó del molino sabemos que existía una sierra de agua al lado del mismo. Las sierras se construían junto al molino para aprovechar la misma infraestructura. Además, de este modo, el molinero podía atender los dos trabajos según su conveniencia. 

Volvamos a nuestra historia. Ya a finales del siglo XIX y principios del XX, un hijo del primer matrimonio del mencionado Joaquín Auset Abad (con  Joaquina Güerri), que también se llamaba Joaquín, fue el que se hizo cargo de suceder a su padre en el molino. No sabemos si trataba del padre o del hijo la persona a la que se citaba en esta nota de prensa aparecida el 7 de Julio de 1905 en "El Diario de Huesca". Dice así:
"Asuntos provinciales: Instalación eléctrica. Se ha ultimado el contrato para practicar los trabajos de instalación eléctrica con destino al alumbrado público y a usos industriales en la villa de Campo, con la importante casa de D. Pedro Fonz y Cía de Zaragoza, entidad constructura que ha realizado numerosas instalaciones de la misma índole en Aragón y otras regiones, lo cual es prenda segura de acierto y de que en breve disfrutará la mencionada importante villa montañesa de las ventajas de que vienen gozando otras localidades populosas, pues en octubre próximo han de quedar terminados los trabajos.
Este asunto ha recibido gran impulso merced al interés y actividad que han desplegado los conocidos propietarios de Campo Sres. D. Joaquín Aused y D. Manuel Puyalto. Reciban éstos y la villa de Campo nuestro parabién por las ventajas que han de obtener con el establecimiento de tan utilísima mejora".
La electricidad pronto llegó a Campo, según se anunciaba en una nota aparecida el 4 de Enero de 1906 en "El Diario de Huesca": "Luz eléctrica en Campo. En breve se inagurará en la importante villa de Campo el alumbrado eléctrico...",  pero enseguida se produjo la compra del molino por la compañía de Fluido Eléctrico, procediéndose al cierre del molino. El contrato entre "Catalana de Gas y Electricidad" y los vecinos de Campo se firmó en 1918. Entre otras cosas, el pueblo pidió a la Compañía que construyera en 12 meses un nuevo molino harinero y una sierra.
Joaquín Auset Güerri, que aparece en todos los documentos como carpintero, había comprado en el año 1908 (creemos que ya se había producido el incendio del molino viejo) una finca junto a la carretera que pertenecía a José Altemir Aventín, por el precio de cién pesetas, e instaló allí por cuenta propia una serrería, aunque también llegó a trabajar un tiempo en el molino nuevo.
El 16 de diciembre de 1927 leemos en "El Diario de Huesca:
"Incendio de una Central eléctrica: Un violento incendio ha destruido el molino harinero y Central eléctrica de Campo. No ocurrieron desgracias personales y las pérdidas se calculan en treinta mil pesetas".  Se trataba del molino nuevo.
Joaquín Auset Güerri se casó con Basilia Blanch Peiret. De este matrimonio sólo nació una hija, Josefina Auset Blanch, que contrajo matrimonio con Daniel Fuster Canales el 11 de octubre de 1911. Ya hemos mencionado que Daniel arrendó el molino nuevo desde 1926 a 1936. Como ocurría muchas veces, cuando no había hijos que siguieran el negocio familiar, el yerno se encargaba de hacerlo.

(Ilustraciones de "El trabajo del molino" de Jorge Consuegra. Idea y realización: "El Perro Pinto. Creación visual SL". Todos los derechos reservados. Fotos: Josefina Auset y Daniel Fuster, archivo mjfuster. Prohibida la reproducción). 

sábado, 23 de febrero de 2013

Oficio: Los molineros (1)

Agua pasada,
no mueve molino.


El oficio de molinero se transmitía casi siempre de padres a hijos, por eso se encuentran dentro de esta profesión verdaderas sagas familiares. También ocurría, como con otras profesiones, que se realizaban muchos matrimonios entre gente del oficio (la hija de un molinero con el molinero de otro lugar, etc.).
El molinero no era prácticamente nunca el propietario del molino, que, hasta el siglo XIX, solía pertenecer al señor temporal o al cabildo.
Los molineros eran gente de oficio que explotaban los molinos en base a un contrato de arrendamiento, en el que se estipulaban sus obligaciones y la cantidad que se le permitía cobrar por su trabajo, siempre en especie. El pago por moler recibía el nombre de “multuración”. El molinero cogía la parte que le correspondía antes de la molienda y en presencia del labrador que le traía el grano a moler. No obstante, el hecho de que cobrara ipso facto y que pasara el cereal del campesino al molinero tan rápida y, digamos, directamente, dejaba un sentimiento de frustración en los clientes, que se solían mostrar recelosos sobre la honradez del molinero, del que suponían que usaba estratagemas para quedarse con una parte de la molienda que no le correspondía.
Suspicacias aparte, el trabajo que llevaba a cabo el molinero era bastante duro, pues generalmente no podía permitirse tener personal a su servicio (a veces contaba con un criado o se ayudaba de un aprendiz) y tenía que atender él sólo la molienda. Además, debía mantener en buenas condiciones el molino, limpiar la acequia que conducía el agua, etc. También solía tener un poco de tierra alrededor del molino, en la que tenía algunos animales que criaba para su consumo. Hay que señalar, de todos modos, que sólo tenía derecho a tener algunas gallinas y poco más y, si quería tener otros animales, tenía que pedir un permiso especial al arrendador.
No obstante, a pesar de todo lo que tenía que trabajar, el oficio de molinero confería cierto status social en el mundo rural, como ocurría con otros trabajos artesanos. Vale la pena subrayar el hecho de que la mayoría de los molineros eran casi siempre personas alfabetizadas, por lo que tenían una preparación muchas veces superior a sus paisanos. Otro factor que obraba en su favor era que, por las circunstancias de su trabajo, los molineros estaban en relación con todos sus convecinos, fuera la que fuera su condición social, lo que les permitía tener una información de primera mano sobre todo lo que acontecía en el pueblo y alrededores. Conocían a todo el mundo y no faltaban ocasiones en las que se les solicitara para mediar en asuntos de familia o problemas de vecindad. Como consecuencia de ello, estaban enterados de las transacciones de todo tipo que se estaban llevando a cabo y las que se iban a hacer.
El molino de Campo perteneció al monasterio de San Viturián, cuyo abad era el señor temporal del pueblo, por lo tanto, su dueño. En todos los documentos en que se nombran los pueblos propiedad del monasterio, nunca se deja de mencionar el molino de Campo.
Entre la escasa información que hemos encontrado sobre los molineros de nuestro pueblo, aparece en un documento la siguiente referencia: “Josef Canales, arrendador que fue del molino harinero cuyo arriendo finó en fin de 12 de enero de 1788, debe 90 libras jaquesas, impracticables poder satisfacerlas por los perjuicios que le ha ocasionado una avenida del río Esera en el mes de octubre y por la reedificación de dicho molino...”.
Ya en el siglo XIX, resulta curioso ver con que celeridad se aplicaron en Campo los decretos de Mendizábal sobre la desamortización de bienes religiosos, promulgados los meses de julio y octubre de 1835, pues ya el 23 de diciembre de ese mismo año se efectuó en nuestro pueblo la compra del molino que había poseído el monasterio. Lo adquirió el Ayuntamiento constituido por José Guerri, como alcalde, Antonio Sierra, Ramón Pons, regidores y Joaquín Costa, Síndico.
Más adelante, en 1837, con un nuevo Ayuntamiento Constitucional, compuesto por Miguel Altemir, en función de alcalde, Joaquín Peiret, como regidor segundo, y Ramón Zazurca como síndico, se procedió a la enajenación del molino. Para ello, se procedió primero a la tasación del molino y su acequia, tarea que fué encomendada a los labradores Lorenzo Ballarín y Francisco Mur. Para pronunciarse sobre el maderaje, se requirió el parecer de Joaquín Mur, carpintero. Joaquín Auset, como molinero, hizo también su dictamen, así como Joaquín y José Pallaruelo, que eran herreros. Y es aquí donde aparece por primera vez Joaquín Auset, de cuya familia hablaremos en un próximo comentario.
Pascual Madoz, en su “Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de 1845-50”, menciona el molino de Campo y una serrería “de cortar madera”, aneja al molino. También se instaló una turbina que produjo energía eléctrica para satisfacer las necesidades básicas de luz en el pueblo.
En el listado de las fincas rústicas y urbanas de todos los pueblos del Partido Judicial de Boltaña del año 1860, se señalaba que en Campo, que contaba entonces con 718 habitantes, estaba el molino harinero de Pedro Aventín.
A principios del siglo XX la Compañía de Fluído Eléctrico de Barcelona adquirió el molino, pero lo cerró. Posteriormente se quemó y construyeron otro nuevo más moderno, que estaba ubicado en otro lugar cerca de la carretera, que se conocía como el “molino nuevo”. El nuevo molino funcionaba ya con fuerza eléctrica. Estaba administrado por el Ayuntamiento que lo ofrecía en alquiler mediante subasta. También se construyó una serrería. En el censo electoral del año 1910 encontramos a Maximiliano Montoliu, de 36 años, de profesión molinero y que habitaba en el molino. Se trata ya del molino nuevo. (Curiosamente, en el censo electoral de 1900 de Serraduy, hemos encontrado a otra persona con este apellido, Justo Montoliu Puntarrón, de 45 años, que también era molinero).
Desde 1926 a 1936 el molino lo tuvo alquilado Daniel Fuster Canales. Del 1 de enero de 1936 al 18 de julio del mismo año, lo tenía en arriendo Joaquín de Mur. Durante la guerra, hubo un periodo en el que fue colectivizado. Después de la guerra lo llevó Sebastián Longán y, posteriormente, el señor Simón, de Murillo.
Sobre el funcionamiento del molino: el molino trituraba mediante el roce equilibrado de sus dos piedras, llamadas "muelas". Para avivar la rugosidad de la superficie de dichas muelas, el molinero tenía que "picarlas", lo que llevaba a cabo con dos clases de herramientas: el moliente y los peches. El primero es el que hacía las rayas de la piedra, disponiendo de una hoja de 12 centímetros de ancho, de acero especial. Para afilarlo no podía meterse en la fragua, había que hacerlo con afiladora de piedra y agua, a mano. La piqueta pesaba unos dos kilos y dejaba la piedra toda igualada; si la muela estaba recién picada, la harina salía demasiado fina, como si estuviera requemada, en este caso había que subir la muela, acción que recibía el nombre de "aliviar". La acción contraria, bajarla, se llamaba "aterrar". La piedra de arriba tenía movilidad, la de abajo estaba fija.
Entre las piedras usadas en el molino viejo y las del nuevo, había una gran diferencia. En el molino viejo eran de piedra natural, graníticas, muy resistentes. En el nuevo edificio se usaban piedras hechas de un conglomerado artificial muy duro y llevaban un arco para protegerlas.
(Fotos gentileza de Antonio Castel: nº 1, Molino Viejo. Nº 2 y nº 3: ruedas del Molino Viejo. Nº  5, ruedas del Molino Nuevo. Foto nº 4, "Campo de trigo" de Vincent Van Gogh. La información sobre el funcionamiento del molino está tomada del libro "Campo" de Antonio Castel).

jueves, 21 de febrero de 2013

Otra crisis

que amenazó la economía local, ya hace tiempo (siglo XVII)




En el siglo XVII, las dificultades económicas y la escasez de numerario, tanto en las familias como en la administración comunal de pueblos y aldeas, obligaba a unos y a otros a pedir dinero prestado, no había otra alternativa.  Para ésto, solían suscribir un censo con un particular acaudalado, que veía en este tipo de préstamo una forma de inversión bastante segura para su capital.  Los censos consignativos eran un préstamo hipotecario, con vencimiento indefinido y la posibilidad por parte del censalista de rescatarlo cuando pudiese. Si la fórmula no parece mala, la realidad es que cuando personas y pueblos suscribían un censal, entraban en una fase de endeudamiento de la que dificilmente conseguían salir. El documento que transcribimos lo firma el Consejo de Campo, y en el se hace constar que todos los vecinos del pueblo respondían con sus bienes y personas del cumplimiento del pago de la cantidad recibida. No fue el único censal que se  hizo en el pueblo durante aquellos años...
"Die vigesimo quarto mensis Junio año 1633 en el lugar de Campo
Eodem die et loco, que llamado, convocado, congregado todo el Consejo General y Universidad de los Magníficos Justicia, Bayle, Jurados, prohombres y otras singulares personas, vecinos y habitadores del lugar de Campo, en la forma acostumbrada del Consejo, llamados por mandamiento de los Jurados nombrados, los cuales tal fe y relación hicieron a mi, Pedro de Guart, notario público y ante los testigos infraescritos, ellos como Jurados habían mandado ajuntar y congregar dicho General Consejo de dicho lugar de Campo para el día, ora y lugar presentes según era y es de inmemorial observancia y aprobada costumbre. Y así, ajuntado dicho Consejo delante las puertas de la casa del dicho lugar, al pie del olmo en donde otras veces ya en el cual dicho Consejo y congregación de aquél intervenimos y fuimos congregados los infraescritos siguientes: Pascual de las Eras, Justicia. Phelipe Aventín y Martín Canales, Jurados. Pedro Abentín, bayle. Pedro Zazurca, Viturián Español, Ramón Rubiella, Juan Pena, alias Barbarrosa, Antón de Sin, Juan Oliba, Francisco Turmo, Ramón Galindo, Pedro Ceresa de la Plaza, Juan Armisén, Pedro Sanz, Domingo Costa, Juan Cambra, Pedro Abentín de la casa de Ferraz, Juan Vila, Antón Salas, Domingo Sahún, Marcos Exea y Julián Solana, todos vecinos y habitadores del dicho lugar de Campo y de si todo el dicho Consejo, concello facientes, tenientes.. en particular todos en nombres nuestros propios y del dicho nuestro Consejo, los que somos y por tiempo serán, los presentes por los ausentes, de grado lo reconocemos, confesamos tener en verdadera comanda y fiel depósito de vos Jerónimo Ferraz, vecino del lugar de Morillo de la Liena, a saber es mil doscientos sueldos jaqueses....".



(Ortografía del texto modificada. Fotos gentileza de: Nubes, de Cristina Pauli. Oleo de John Constable, "Estudio del tronco de un olmo").