jueves, 19 de diciembre de 2019

Una historia de Navidad


para recordar

Cada año, desde que me casé, una semana antes de estas fiestas navideñas mi padre me hacía llegar  un  abeto a mi casa, en Barcelona. El arbolito era importante para mi, pero lo que mi padre me escribía en la tarjeta que lo acompañaba, lo era aún más. Me decía cosas como "Querida hija, he estado buscando por el monte el árbol más bonito, para que os acompañe estos días. Espero que te guste. Tu padre que te quiere".
Llegó el mes de diciembre del año  1981 y mi padre no estaba bien de salud. El día 17 me llamaron mis hermanos para decirme que si quería despedirme de él, que fuera a verlo; el 18 se murió y el 19 lo enterramos. El 20 ya estaba de vuelta en casa y salí con mi marido y mis hijos a comprar un arbolito de Navidad, el primero que nosotros comprábamos. Todo el mundo coincidía en lo mismo: no hay duelos cuando hay niños, la fiesta se hace por ellos, que disfruten ahora que pueden...
Las Navidades son así, todos queremos que nuestros hijos estén felices, que almacenen buenos recuerdos, que no noten ningún vacío, y por eso disimulamos con luces y lazos el espacio que han dejado las personas que hemos querido.


No hay comentarios:

Publicar un comentario