El ritmo de las labores del campo, y también de muchos de los trabajos domésticos, venía marcado por las estaciones del año. Antonio Castel Ballarín ha recopilado esta información para nosotros.
BELLOTAS DEL "CAIXIGÁ" Y ENCINAS DE "AVELLANA"
La recogida de ambos frutos se realizaba en otoño. A primeros de octubre comunicaban en el pueblo, mediante pregón, que se podía ir a buscar bellotas al "Caixigá".
Al día siguiente, pronto por la mañana, se formaba un cordón de gente del pueblo hacia el monte. Había casas que iban todos preparados con cestos y sacos. Cruzaban la palanca, entonces de tablas de madera y unos por el camino del río, por "Mal pas" (por ser muy estrecho y estar junto al agua del río), se dirigían hacia la zona denominada "las Pradinas"; otros subían por el tozal de "las Parcions" y entraban por esta zona al Caixigá.

Normalmente se llevaba ya algún burro, pero si no, se dejaban los sacos amontonados y durante los días siguientes se bajaban al pueblo con algún animal de carga.
La bellota era un buen complemento para la alimentación del cerdo unos meses antes de la matanza, en el mes de diciembre o primeros de enero.
El ambiente en el monte entre los cajigos resultaba agradable puesto que se oía hablar a los vecinos de la tarea, silbar y, hasta en ocasiones, cantar. No faltaba la distracción de alguna ardilla que asustada por el murmullo de la gente saltaba de rama en rama y de árbol en árbol.
Una vez que, más o menos, se habían agotado las bellotas, se podía pastorear el ganado que rebuscaba y acababa con alguna que se había quedado oculta entre zarzas o debajo de alguna hierba.

También aquí se dejaban los sacos en el monte y un día a la semana había que subir a buscarlos con el burro. Se salía de casa casi de noche, para estar en el monte a primeras horas del día. Como se aprovechaba la jornada hasta últimas horas de la tarde, casi siempre se regresaba también de noche.
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